Aquellas fresas,
robadas a tus labios,
me sorprendieron.
Llenas de un néctar
de miel y de caricias
muy agradables.
Sabor a ti,
frescura inenarrable,
mi hermosa huerta.
Me estremecieron
la pulpa con su carne,
rica y sabrosa.
Y en ti, pensé,
pequeña mariposa,
mi competencia.
Hoy son mis labios
llegando hasta las fresas
los que así versan.
Pero mañana
vendrá la primavera
y tú con ella.
Te quedarás
a solas con las fresas,
y te veré.
Serán mis besos,
ladrones, y mis sueños,
irán contigo.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/02/20
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