Voy a confesarlo, lo confieso.
Es decir, confieso que voy a confesar…mi confesión.
Sepan disculpar. Ustedes ya saben como son estas cosas.
Uno se pone nervioso y mezcla las palabras.
Pero esta vez juro que largo todo.
Así sin mas.
Sin más vuelta.
Un vómito de palabras.
Pero no.
No así todas juntas y mezcladas.
Sino más bien, acomodaditas.
Una por una, las vengo acomodando, desde hace…
¡Les juro! Años. Más que los dedos de mi dos manos juntas. Menos, si agrego los dedos de los pies.
Y es por eso que a veces callo, que a veces me notan en silencio, o que pierdo palabras en la punta de la lengua.
Es que algunas están tan perfectamente acomodadas que me cuesta encontrarlas.
O me da trabajo, ir hacia lo profundo, desempolvarlas y llevarlas cuidadosamente hacia la garganta, empujarlas con la lengua, con sumo cuidado de que no se me enganchen en los dientes.
Porque, ya que estamos de confesiones, les confieso que siempre me aterraron lo escarbadientes.
Me dan pánico, asco y desconfianza.
Eso: desconfianza.
Desconfío de aquellos que siempre tienen una excusa para meterse un palillo entre las muelas, saborear el amargor de la maderita que raspa y a veces se quiebra multiplicándose en dos.
No se si es la manera adecuada, o convencional para hacer semejante confesión.. El lugar, como verán… bueno, como sabrán… les pido disculpas. Ustedes sabrán comprender.
Ay.
Les pido disculpas si los inquieta mi apariencia, o el tono de mi voz.
Quise ponerme a tono con el contenido de mi confesión.
Es que para hacerles otra confesión, ya que estamos de confesiones… Les confieso que me urge la necesidad de combinar… las palabras, digo. Las palabras deben estar a tono con el espacio y con el tiempo, con el modo de vestir… las apariencias y las palabras… es muy importante.
Sumamente importante.
Porque es que últimamente encuentro mis pensamientos tan revueltos.
De niño me daban, infaltablemente, antes de cada plato de comida, una sopa de letras.
Y me obsesionaba descubrir palabras entre las letras amontonaditas en el fondo de plato, pegadas sobre el queso rallado, o rotas, flotando solitarias… que acababa por tomar la sopa fría.
Siempre fui un poco distraído, y algo lento.
No solo con las sopas.
De grande se me quemaba el arroz. He tirado ollas enteras a la basura con tal de no limpiar el fondo ennegrecido.
La sopa siempre fría.
La televisión a rayas, porque ya terminó la programación y demoro en apagarla.
La sopa fría y sus letras.
O la batería a punto de agotarse.
Voy a confesarlo, lo confieso.
Es decir, confieso que voy a confesar mi confesión…
Ay.
La batería otra vez.
Ya no tomo sopa fría.
No tomo sopa.
Aunque siga tragando letras frías o palabras rotas.
Juro que largo todo.
Esta vez.
Lo digo. Lo voy a decir.
Ay.
La batería.
Ay
Sepan disculpar.
Esta en rojo.
La batería, también.
Será la próxima.
Ustedes ya saben, como son estas cosas.
Sepan disculpar.
- Autor: Antonela Chiussi ( Offline)
- Publicado: 8 de abril de 2020 a las 18:21
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 62
- Usuarios favoritos de este poema: Anton C. Faya, Lualpri
Comentarios1
TODOS SIEMPRE DECIMOS MEDIAS VERDADES Y MEDIAS MENTIRAS.
POR LA RAZÓN QUE SEA.
jajaj verdades "selectivas".
Gracias por leerme, abrazo.
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