Dios mío sé que tú también lo viste,
ahí en las calles del mercado,
entre el lodo y la llovizna agazapado,
ese niño sucio desarropado
esperando ansioso e impotente,
que su hermanita descarapara urgente,
ese naranjo aún no maduro.
¡Vamos a comer ñañito! le decía,
con su carita toda dulzura,
digna madre prematura,
intentando vivir, la vida que es tan dura.
Cuando sin pensar, volteo a mirarme
se me quebró el corazón lo sabes,
la mire a sus ojos fijo
y casi en llanto vi mi vida reflejada,
pues fui también un niño,
y algunas veces se me había negado,
tener en la mesa, ese pan que es tan preciado,
sé lo que es el hambre y como cruje en las entrañas,
despertar cada día, sin que comer en las mañanas.
¡Dios tú lo viste!
y aquí de frente, quiero que me digas,
de estos niños cuál es el pecado.
tu tan poderoso y abnegado
¿Por qué los has abandonado?
¿Acaso no te importa el dolor del inocente?
y ¿En vano el mundo cree en el dios omnipotente?
- Autor: john007 ( Offline)
- Publicado: 10 de abril de 2020 a las 19:52
- Categoría: Triste
- Lecturas: 14
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.