**~Novela Corta - Las Cadenas del Imperio - Parte III~**

ZMRS

Cuando por casualidades de la vida, Rudolfo, la fue a visitar al manicomio, pues, su amistad iba más allá de la realidad, aunque él nunca supo nada de lo que le pasó y de lo que le pasaba a ella. Cuando en el alma, sólo se entristeció el alma de una luz a ciegas y de un sólo tormento y en que sólo se abasteció de calma una sola soledad. Y Rudolfo, sólo le dió un beso en la frente, sólo se electrificó la vida y el amor en el corazón. Y ella, Elisa, aprendió dos cosas del amor verdadero, número uno, que en la vida sólo existe un amor único y pasional, y número dos, que el hombre era el verdadero trauma de las mujeres. Yá que odiaba a los hombres, menos a Rudolfo, sólo se identificó como el hombre más pasional y verdadero como el mismo cinismo que posee el hombre, cuando se ama demasiado a una mujer. Sólo creyó en el amor disfuncional, una etapa del corazón cuando la rutina amerita a más de lo mismo. Cuando en el amor, sólo en el amor, sólo quiso ser el más soñador de los sueños. Pero, ella, sólo pensaba y recordaba en lo que le había pasado, en su cruel pasado. Cuando en el ritmo de su vida y más en el amor, lo había perdido todo. Cuando en el alma, sólo se llenó de rabia y de indecente proceder, y de una ebriedad inconclusa. Y yá perdida la vida, sólo se abasteció de ira y de odios sin poder terminar. Y si la llevó hacia la ineptitud más agria de todo, cambiando su vida a la más peor. Y se llevó hacia el más fuerte coraje, de la más débil acción y de su propia vida. Cuando en el personaje de su vida, sólo se dió una verdad tan triste como el haber sido, violada en una noche fría y tan desolada. Y en el corazón una triste ira, y un odio ensordecedor. Cuando en el mañana, sólo en el mañana, triunfó un sólo deseo, de amar lo que quiso amar a Rudolfo. Sólo sintió un profundo dolor, como por consecuencias de la vida pasada. Y se fue por el rumbo incierto, cuando su vida sólo su vida, quiso en ser la más fuerte de las veces, amando lo que nunca, un sólo amor. Le contó de su enfermedad, de su adicción al alcohol, y de su más terrible noche por el valle, de una fría violación. Cuando sólo se dió, una verdad, de que era una mujer violada, y que no tenía ni poseía la virtud ni al esencia de una mujer virgen, pero, para él eso no era de importante importancia. Él, la amaba, la quería con todo su merced, y con todo dolor, y con toda pena. La ayudó muchísimo. Cuando en el alma, sólo en el alma, sólo se abasteció de una forma u otra de luz. Y ella, era Elisa, la que tramó y tramaba más su cruel venganza, en contra de ese hombre capaz de violar a su cuerpo, pero, nunca a su alma tan fría como el mismo hielo. Mientras tanto, en el alma, sólo calmó, su destino y su camino. Su alma, tan condescendiente, sólo se llenó de un frívolo y de un friolero desatino. Cuando en el alma, sólo en el alma, sólo se llenó de frialdad, cuando su destino fue como el ave sin poder volar jamás, si así quedó ella, Elisa. Y estaba tan curada de su enfermedad que parecía otra, o la misma de antes. Y quiso volver a ser la misma de antes, pues, su manera de amar lo que quería ser no estaba lejos de su mente ni de su fría memoria. Y era el dominio de ella, sobre su propia esencia, cuando en el manicomio la ayudaron a sobrevivir y más a vivir, sobre cualquier dificultad. Sí, las cadenas del imperio, sólo querían atormentar su vida, y más su esencia como mujer yá curada. Pero, no se olvida de ellas, cuando en la esencia, no las puede olvidar, y todo porque las cadenas del imperio amarraran a su presa, al violador, al hombre de más de treinta y cinco años. Y Elisa, con psicología casi yá curada y no del todo, quería que su cuerpo tendría la cura del todo, del alcoholismo, y de su mal estado físico. Cuando en el alma, sólo quería que su alma estuviera, otra vez, por cada vez más en su sitio. Muy dentro de ella. Y, por supuesto, con las cadenas del imperio muy dentro de ella, para amarrar y atrapar y atar al violador, el que le hizo tanto daño tanto físico como emocional a ella, a Elisa. Y Elisa, se sentía suave, delicada, pero sin perdonar ni muchos menos olvidar. En ese caso de ella, no se podía ni olvidar ni perdonar, y se sentía así, como una mentira que es pura verdad, como una lanza que hiere, como un dolor sin apaciguar, como un verdad sin mentiras, como un ave capaz de volar aunque con alas mojadas, como un hielo cristalizado que se derrite con el sol, como una flor que marchita, pero, no se olvida de su olor, cuando en el alma, sólo en el alma, desea luz y más luz, sin poder olvidar lo sucedido. Cuando en el instante, sólo en el momento, se debió de entretejer lo que cada cual quería y deseaba. Y ella, lo que quería, era sostener en sus poder el poder las fuerzas mayores para poder vengar y hacer valer su virtud y su venganza tan fría como ese helado el hielo. Y su enfermedad casi controlada, el Sida, no estaba del todo curado, pues, con los fármacos sólo se debía de sentir un poco más curada. Y se dijo ella, Elisa, -“me debo de apurar con mi cruel venganza, pues, no me queda mucho tiempo como a él”-. Elisa, fraguó con numen adquisitivos de inventos, una cruel vindicta y una inminente venganza. Sólo se debió de alterar lo que más le ocurrió a Elisa. Una devastada violación en una noche caminando por el valle. Cuando en el ámbito crudo y entre las venas ardientes, de un sólo desafío, ella, Elisa, sólo se creyó en descifrar lo que más quiso en saber y descubrir: la cadenita con el dije del delfín que guardó en su mesita de noche. Pero, se hallaba todavía en el manicomio, irracionalmente, perdida, pero, curada casi físicamente. Cuando en los celos de su propia alma, sólo quiso sentir el suave arcoíris en el cielo y viendo lo que más extrañaba, su vida la de antes y su trabajo. Cuando estuvo encerrada por más de cuatro meses, allí, en el manicomio de la vida misma, de la locura o de la misma soledad. Encontró amigos, y malos y buenos recuerdos, allí, en el manicomio, sólo que presentaba “delirium tremens”, que se le complicó un poco, y estuvo como cinco meses allí, sólo recuperándose y rehabilitando su cuerpo de la adicción del alcohol. Halló lo que nunca, entre el mal recuerdo y el alcohol, se llevó una manera extraña, en sobrevivir, y con toda enfermedad, estaba a punto de morir, pues, su mal estado de salud estaba muy deteriorado, y muy desolada, y herida profundamente, en su más real sentimiento. Pero, se sostuvo y mantuvo y muy bien, se agarró de las garras de la muerte, y pudo romper las cadenas del imperio, de la muerte fría, y desolada, y de la más tenebrosa, y horrorosa, la vil muerte la que atrapa y la que no te deja ir, nunca más. Era y es la fría muerte la que con unas pezuñas, atrapa a tu cuerpo, sin dejarte más, que atrapar a tu vida, en contra, de todo. Es la muerte, la que le da, la mala suerte, y la que la busca sin poder encontrar. Y era ella, Elisa, la de ojos azules, y de cabellos rubios largos. La que estaba en mal estado, e infundió el mal deseo de vivir, si estuvo por cinco meses, en aquel manicomio. Cuando en el alma, tenía y le quedaba aquella lucecita que le brindó una esperanza, una luz en plena oscuridad, y una hazaña en creer que su esencia era y es la más perfecta de las artes del amor. Y ella, todavía en el manicomio, pues, en él, se sentía muy bien y pero, le ahogaba como permanecer con sed, sin una gota de alcohol, sin una gota de venganza, sin una gota del rocío del amanecer, sin una gota del sentido, sin una gota de esperanza, sin una gota de fuerzas, sin una gota de lucha, pero, sí con una gota del cruel y terrible pasado, de ese valle en el cual hubo y pasó una terrible violación. El cual, la dejó mal, estéril, y en un mal estado de salud. Cuando en el aire sofocó lo que tenía que respirar un aire o una esencia pura. Cuando en el alma, se advierte que la luz es pasajera, como un cometa de luz, o como un sólo relámpago en la noche fría y de lluvia. Pero, no, no quiso más saber de la realidad, cuando en el ocaso pintó y dibujó un sólo imperio, el de las cadenas del imperio, las que había destruido ella, con su buen estado de salud. Pero, cayó y se deterioró su salud, pues, poseía y tenía Sida. Y todo por que culpa de ese mal nacido. Y Elisa, juró y juró que había de saciar su sed con la cruel venganza. Y todo porque en el aire, se convierte, en una sola razón, en saber que el aire se enfrasca en una sola pureza y eso era lo que quería ella, Elisa. Vengar, y vengar su mala actitud, su enfermedad, y más su virtud. Si se encontraba en el manicomio, enredando y fraguando en numen toda aquella venganza, toda aquella vindicta en que creía ser con tener tanta fuerza que antes. Y era ella, Elisa, la que quiso romper aquellas cadenas del imperio, pues, la muerte llama, como náufrago perdido en medio del mar. Cuando llegó desde el comienzo, cuando en el alma, sólo se vió una luz, descendente, condescendiente, y ascendente, hacia el universo en el cielo lleno de estrellas, hacia el mundo tan inmundo. Cuando sólo logró hallar una cruel vindicta, y no era de contagiar alguien más, sino de asesinar a su violador iba dispuesta a todo. Cuando en su lugar sólo se debatía una sola espera, en saber que el desierto, sólo que todo estaba en su contra. Y ella, lo sabía, cuando las penumbras yacían en su interior, devastando a su corazón. Cuando en el alma, sollozaba en aquella almohada y derramaba sus más frías lágrimas. Cuando en el alma, se lleva una manera en creer lo que le pasó a Elisa, ella, no lo podía ni asimilar, todavía. Pero, fraguó su manera tan vil de asesinar a ese hombre de más de treinta y cinco años. Cuando la perseguía por el valle en aquella noche oscura a expensas de cualquier delincuencia y temor. Ella, lo presintió esa noche devastada por el frío y álgido cielo, cuando ella, sólo ella, llevaba la misma prisa que ahora en cuanto a hacer valer su venganza más electrocutante. Cuando en el salón del manicomio anunciaban los nombres de cada quién iba  a ser de alta del hospital. Su nombre no llegaba o no parecía ser nombrado, hasta que lo dijo, sí, fue una alegría después de cinco meses sin la sed por una gota de alcohol, pero, con la sed de una venganza cada vez más arraigada en su cabeza. Cuando en el tiempo, se llevó una gran sorpresa, en salir de ese lugar que le atormentaba en no poder realizar su venganza, su comportamiento fue bueno, y excelente para así fraguar a su más cruel y más terrible venganza la de una mujer violada. Cuando en el ambiente, sólo se llevó acabo una mala acción, y fue el de sufragar e inventar toda la venganza en un sólo instante. Y llegó a su casa, y el recuerdo revivió más dentro de sí. Vió que la vecina había tomado las riendas de su casa. Vió que su casa volvió a ser como lo que era antes. Y fue a su habitación y vió su almohada y sí, que a la cadenita con el dije del delfín la sacó de aquella mesita de noche, cuando en el instinto, sólo sintió un sólo desafío, cuando en la noche alumbró su alma como una luz en el cielo. Cuando vió la cadenita con el delfín recordó todo aquello vivido. En la noche, en que fue violentada y más fue violado su propio cuerpo. Perpetró lo más vil, una cruda y cruel venganza, y más una vindicta en que ella moriría por siempre, también. Pues, su acelerado corazón, no le daba abastos en hacer la venganza más cruel del tiempo y de toda una historia. 


Continuará………………………………………………………………………………………….   

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 15 de abril de 2020 a las 00:01
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 19
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