Amigos les cuento que me costó muchísimo trabajo someter a prisión domiciliaria en un espacio tan reducido a mi inocente lengua; debo reconocer que hice un esfuerzo enorme para no decir una sola palabra durante dos medios días que se me estaban haciendo muy largos; tanto, que no fui capaz de extender el castigo por un día completo como lo tenía previsto. Me agradezco sí, por haberle cumplido a mi consciencia ya que obedecí las normas de máxima seguridad y cero alcahueterías.
Les cuento que una vez terminada la condena, lo primero que hizo mi lengua fue comer carne, cosa que me molestó mucho puesto que la idea del sacrificio era justamente abandonar ese dañino resabio. Sin embargo, ante mi amonestación se defiende y lo justifica diciendo que ella tan solo obedece a mis órdenes y que solo dice lo que yo dispongo… reconozco avergonzada que tiene toda la razón. ¿y ahora?...
- Autor: Magnolia Stella Correa Martinez ( Offline)
- Publicado: 15 de abril de 2020 a las 14:53
- Comentario del autor sobre el poema: Respuesta a una adivinanza que ya había planteado aquí.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 21
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