Y llegó a su casa, allí, se mostró su silueta casi enclenque, herida y sin su Dios. Para qué Dios, si su mayor aliado era el diablo, la maldad, la indecencia, la desfachatez, y las impurezas más abstractas del corazón, y su alma podrida de una luz opaca y casi inherente, estaba todo de su lado. Cuando en el alma, sólo socavó, en un sólo tiempo, cuando allí, desde su habitación, su alma debió de fingir, lo que yá no podía más fingir, si en el tiempo, cupo en un sólo corazón herido, entristecido, y cruel y más desolado que nadie en el universo, cuando su ausencia fue una lástima de mujer herida y sin Dios, y con una fría enfermedad llamada Sida. Cuando en el alma se dió como las fuerzas más débiles del tiempo y de la vida triste. Y traspasó, un sólo deseo, en el corazón, una puñalada, en que sólo se debió la triste ocasión en saber del pasado tan desolado de Elisa. Cuando en el tiempo, se llevó una agria distracción, en saber que el destino fuera como un silbido.
Cuando ella, Elisa, sintió unos pasos hacia su habitación, era él, el caballero que la mancilló, que la violó, que la amaba, y quería, que la dejó maltrecha y angustiada, sucia y devastada, tirada sin conciencia, entre aquel valle, de la oscura noche en que sólo el deseo fue como la transparencia de poder morir en aquel instante en que contrajo el Sida. Y era la voz de él, el que la violó a la fuerza machista de un sólo hombre sin escrúpulos. Y era él, el que le violento su frío cuerpo, pero, a su alma fría nunca, pues, tendría que haber cruzado las cadenas del imperio para poder llegar a ella, eso sólo lo decía ella, Elisa. Y sí que fueron las cadenas del imperio, las que primeramente, pudo combatir como toda heroína, y pudo más que el haberse atrevido entrar a su casa a preguntar cómo estaba la señorita. Eso le ardió en su cerebro más como un bombillo prendido, y encendido de cómo hacer valer su venganza, y su vindicta más petrificante por todo aquello que ése hombre le hizo en esa noche hacia el valle. Y sí, que era él, lo atiende y lo recibe la vecina sin poder saber nada, y ella Elisa, no lo atienda ni le responde nada. Guardó la cadenita con el dije del delfín en la gaveta y se armó de fuerzas más en contra de él, aunque se hallaba débil desde la salida del manicomio, pero, tomó más fuerzas que antes. Y era ella, Elisa, la que un día sólo quería salir hacia adelante, con su propio esfuerzo, pues, sólo anhelaba llegar a ser alguien. Sólo que la vida, tronchó en desgracias a toda una buena vida separando lo bueno de lo malo a Elisa. Extrayendo una sinceridad de la vida misma y un silencio automatizado, cuando se logró el anhelo y el deseo, de entregar el sueño en ser alguien. Y ella, Elisa, la muchacha de ojos azules y de cabellos rubios largos, tan hermosa como el mismo cielo. Sólo se fue por donde el rumbo no se observa el camino, por donde la ceguera del mundo es real, que no ven ni miran el bien y lo mejor del mundo, por el bajo mundo. Cuando en el reflejo, de un sólo espejo, se llenó de secretos benévolos y malévolos, dejando estéril el suelo y al cielo infértil de deseos y de sueños. Cuando en el alma, sólo quiso extraer las cadenas del imperio, automatizando, lo que se enreda cuando el tiempo, sólo en el tiempo, sólo encrudece de un frío llanto, como lo fue retirar esas cadenas del imperio de su poca vida, yá que la buscaba a muerte fría. Esperando a que el destino se compadeciera de ella, más y más. Pero, no, nadie lo hizo, si tenía Sida. Sólo el hambre de la sed de venganza, sólo la levantó y le dió y le otorgó más fuerzas. Si las cadenas del imperio, sólo llegaron para quedarse, para atormentar, y para enredar más a su camino y más a su poca vida. En contra, de la verdad, sólo quiso atraparlas, frenando un frío desenlace, el cual, ella, sabía que muy pronto llegarán. Cuando sólo el desafío fue muerte segura, pero, pudo en contra de las cadenas del imperio y de la sed al alcohol, se aguantó y soportó como toda mujer, como toda hembra. Y todo porque anhelaba, fraguar e inventar una cruel vindicta tan eminente, que pronto la disolvería. Mientras tanto planeaba, mientras tanto enredaba su cabeza en malos pensamientos, en un numen de un invento, entre la locura y la tortura de creer posible vengar su cuerpo y más su virtud de mujer. Y eran tan frías y gélidas como el haber sido destrozada de su cuerpo virgen, y de poseer esa cruel y devastadora enfermedad llamada Sida. Cuando en el alma, sucumbió un mal deseo, y fue de retirar y de frenar esa cadenas del imperio con vida y no con la fría muerte como ella acostumbraba a matar. Elisa, sólo se tomaba sus fármacos y medicamentos al pie de la letra como el médico se las recetó, pues, esa enfermedad es de tener mucha precaución y de bien cuidarse.
Cuando Elisa, sólo Elisa, sólo logró e intentó suicidarse por una botella de alcohol, cuando sólo perpetró un cruel desenlace, en querer morir por una botella de alcohol para sufragar o saciar su sed con el alcohol. Cuando en el ambiente, se encrudece el instante, cuando en el alma se llenó de terror y de magia adyacente. Sí, permitió el desastre, en creer en el intento del suicidio, cuando en el alma, sólo se llenó de fríos y de temores, de ansiedades y de frío horrores, cuando en el alma, se integró a un desamar, de su propio cuerpo, de su propia alma desolada. Cuando en la oscuridad de su habitación creyó que moría, pues, cortaba en frío todo mal habito. Cuando en el alma, sólo en el alma, se debatía en un nefasto, pero, cruel movimiento entre su alma y la luna, desde que el ocaso enfrío, lo que tenía que enfríar un ocaso frío, al llegar la noche fría y descender hacia el cruel desatino. Por entregar lo que más ocurriría allí, en el ambiente desolado de una cruel envergadura, como lo era separar lo que en su alma fue, un frío desastre. Cuando en el reflejo se debió de alterar más a su fría alma de aquella cruel violación de aquel hombre tan vil. Y las cadenas del imperio la llamaban como se llama hacia la muerte. Como tan sólo la muerte llama al final de toda una vida y sin tiempo, ni mucho menos, con la vida recostada entre sus más fieles reposos, que era su cuerpo torturado y violado. Cuando en el alma, se llenó de frío y de temores adyacentes de un aire putrefacto de su vil recuerdo o de su vil olvido, cuando en el alma, sólo fue álgida como el mismo tiempo. Frustrando el instante en que más debía de estar limpia de todo recuerdo, para hacer valer su cruel venganza, la cual, debió de ser como el mismo instante en que aquel hombre realizó la cruel violación hacia su cuerpo, si nunca llegó a tocar a su alma tan fría, como aquella noche cuando pasó todo. Y sudó frío, con escalofríos tenues, y de a poco a poco, en contra del calor, que socavó muy dentro de su alma tan fría. Y logró escapar de las cadenas del imperio, de la fría muerte pensando, sólo pensando, en su frágil, pero, más vil y cruel vindicta. Cuando en el tiempo se acabó de pertenecer, al frío y al desastre inconsecuente. Cuando en el alma desafío una sola verdad cuando recordó todo como si hubiera sido ayer. Cuando su instinto se deleitó más a granel, cuando fraguó más la venganza de su hiriente violación. Cuando en el alma sólo se llenó de limitación cuando el alma fue su llave maestra hacia la inmensa inmensidad, hacia la única venganza. Cuando se enfrío el único desastre, en ver a ese hombre con la cruel venganza entre lo que más ella quería ver y sentir. Cuando en el frío quiso ser débil, pero, la más, electrizante de las mujeres más vivas. Cuando en aquella habitación sólo quiso en ser como el frío crudo en la misma piel.
Continuará…………………………………………………………………………………...
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 16 de abril de 2020 a las 00:11
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 55
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