Alas irisadas, cada instante-.

Ben-.

Alas irisadas, cada instante.

En esa pletórica desbandada,

pájaros que nunca anidan. Besos

sobre labios de espuma. Suerte

de alabanza. Destreza en el arte

de la esgrima, combate de negras

serpientes, aire y aridez, pleno desierto.

La suma de un clamor incentivado.

Un espejo confundido que devuelve

una imagen deteriorada. Sus páginas

brillantes, instantes de dominio.

Y un último beso, justo sobre el cadáver

sin lágrimas, disuelto.

La cabellera emocionada plantea

nuevos interrogantes, cuestiones azuladas,

de líneas verdosas y siemprevivas, como

el color de una vena.

Enredaderas del amor taciturno, aquellas

siniestras tabernas antiguas. Dominós

y planteamientos de hortelano. Aguas

que transcurren tranquilas por las acequias.

Palomas de duplicado plumaje, albura

de los trigos, iglesias desdibujadas como en

un trance.

La víscera palpable utiliza el ardor

como único argumento a sus instantes.

Lástima que el amor, como el odio,

no posean más que un único argumentario.

O la muerte, que ni siquiera lo tiene- argumento o ficción-.

Alas que en trance incierto se arrojan devastadas

por peligros y desfiladeros, por ventanas y precipicios

rosas. Tu carne alimentada por carroñeros.

Tu alma, si la tuviste, empeñada en sacrificarse.

Oh, enamorado estoy de esas rosas,

que combaten el fuego y el frío, sin honor,

apenas rosáceas y fulgurantes.

©

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