Dejó mi mente nublada y mi razón pausada.
Pasé días sin poder escribir. ¿Cómo le escribes poesía a la poesía?
Intentaba pensar en líneas, pero él sin duda escapaba de cualquier verso, se escapaba de todo lo que entendía como normal.
Me miró y me preguntó: ¿qué me hiciste?
Y yo, con la mirada calma, sólo podía intentar disimular que no había sentido el momento en que ambos comprendimos que ya no había vuelta atrás.
Un vaso con vino, en medio del frío, mientras sus labios se articulaban con los míos, su aroma volviéndose parte de mí; era tan distinto que no rimaba con nada.
Estuvimos sonriéndonos por todos lados, sentados, al borde de la noche, volviéndonos poesía.
Comentarios3
linda interacción..saludos!
¡Muchas gracias!
Me gusto mucho.
¡Gracias, Alberto!
Qué... madurez poética arropada por una frescura propia de la edad. Con que sencillez y profundidad te sumerje en la piel de quien lo narra.
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