El Embrujo

Kinmaya

Aquella noche solo llevaba mis pasos, tenía ganas de correr pero no pude hacerlo, la calle era como un gran túnel donde los árboles se abrazaban, el mundo parecía estar muy dormido, y el silencio se había apoderado de todo.

 Todo comenzó en un lugar de mis recuerdos, no puedo precisar muy bien donde, pero el ánimo me empujo fuera de mí, tuve que moverme, aunque no tenía motivos corporales.

 Fue como un rayo, el impacto nublo mis sentidos, y la luz salió por mi voz, estaba aturdido, todo sucedía muy lentamente, nadie podía verme, ya que parecía muy tarde en la noche para hacerlo.

 Seguí sin rumbo, parecía estar trance, pero mis pasos seguían firmes, me sentía como invisible. Algunas sombras que parecían bailar movidas por el viento, cuando un remolino de hojas se levantó ante mí, una forma comenzó a emerger y tras un zumbido muy agudo, alguien vino hacia mí.

 Con una voz muy calma y serena rompió el silencio de la noche: – Tú me has llamado, y solo tú puedes verme, vengo de uno de tus recuerdos y allí encerrado me mantuve hasta que hoy me has llamado.

Creí estar agonizando dentro de un fantasma desquiciado, solo atine a tocar un árbol que estaba junto a mí, creo que para salir de ese mundo y volver a la realidad por si acaso, pero para mi sorpresa, si bien el árbol era real, quien había salido de un remolino de hojas todavía estaba ante mí. Luego de recuperar el aliento, volví a mirarlo, y haciendo caso omiso a su pregunta, y en buenos modales, me anime a preguntarle: - Pero… ¿quién eres tú? ¿Por qué no puedo ver tu rostro? ¿supongo que también me has sacado de mi casa?, ¿Qué hago yo aquí?

 ---Yo soy uno de tus recuerdos, un recuerdo muy escondido y muy profundo, un recuerdo que no está en tu mente, está enterrado en lo más profundo de tu corazón, y vengo aquí porque tú me has llamado, pues has estado llorando por un amor no correspondido, la diferencia esta vez es que una de tus lágrimas callo sobre una rosa negra, un embrujo que acaba de romperse, pues cuando tú la besaste por primera vez, era una hermosa rosa de color turquesa, pero embrujada. El embrujo advertía, que luego de llorar durante mil lágrimas encima de una rosa turquesa, las rosa se convertiría en una rosa negra, rompiendo definitivamente el embrujo… yo soy tu rosa negra, ya puedes volverte a enamorar.

 

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Comentarios5

  • Otoño

    “ yo soy tu rosa negra, ya puedes volverte a enamorar.”

    Muy bien, me gustó el fin. Saludos.

    • Kinmaya

      Gracias Otoño, me alegra tanto que te gustara.

      Sabes que las rosas negras existen?...

      Saludos.

      • Otoño

        Sí, he oído sobre las rosas negras... muy interesantes.

      • kavanarudén

        Precioso escrito amigo y poeta del alma.
        Un embrujo muy bien descrito.
        Siempre un placer leerte.
        De mi parte un fuerte abrazo.

        • Kinmaya

          Estimado....este relato corto de fantasía es muy especial para mi, y me alegra que te gustara.

          Abrazo gentil.

        • anbel

          Me ha encantado leerte. Un abrazo.👒

          • Kinmaya

            Gracias Anbel, muchas gracias.

            Ya te lo he comentado, pero tu seudonimo me encanta, es uno de los que mas me gusta. Me imagino reinas con este nombre, o lugares fantasticos, etc. Quizas sea tambien por cuestioones fonéticas que me gusta. No lo se bien...pero me encanta.

            Saludo gentil.

          • Anton C. Faya

            Faaa ... que viva entonces tu prodigiosa imaginacion

            • Kinmaya

              Amigo Anton...que puedo decir a tan generoso comentario. No sabes como admiro esta capacidad humana, es algo magico, soy admidaror de Disney. Parafraseando a Einsten, " en epoca de crisis, la imaginación debe superar la inteligencia".

              Gracias Anton por tu comentario.

            • María C.

              Una inmensa inspiración te llegó con ese relato tan hermoso.
              Un abrazo

              • Kinmaya

                Gracias María, animas mi imaginación aun mas...

                Un abrazo también para ti.

                • María C.

                  Me gusta saber eso, pues aliméntala con verdades como la que te he dicho.



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