Y Mayrenis en la estación del tren, en busca de su padre. Don Emeterio del Bosque, estaba ido, y no sabía ni dónde estaba, pero, estaba en el tren que había tomado para ir a realizar su más vil venganza. Cuando en el tiempo, sólo halló la desesperación de su hija Mayrenis. Y Mayrenis esperando en la estación del tren, todavía, a que llegara o se bajara del tren. Y no veía su rostro, su esencia perfecta, ni su destino tan directo. Cuando en el ocaso se advirtió el deseo, de poder vivir más y de hacer valer su venganza. Cuando llegó la noche fría y el deseo de ver el cielo de azul. Cuando en el alma, se advirtió un anhelo y fue ver en sus ojos felicidad con su hijo en brazos. Cuando en el pasaje de la vida se debió de entregar su reflejo entre el ocaso y la noche fría. Entre lo que más se dió y lo que más se da, cuando se mira y se observa la luna como tan lejos está. Cuando en la manera de ver y de observar, se detuvo el instante en que se miró a lo lejos. Cuando en el alma sólo se entristeció lo que más se obtuvo un desenlace y fue el ver el cielo de tempestad. Cuando llovió un torrente de aguaceros tenues, cuando en el alma se vió contra el alma de su propia hija Mayrenis. Cuando en el ambiente, sólo se dió una forma de mirar el cielo con la misma forma, cuando bajó por las escaleras de aquel viejo tren, cuando en el alma se entristeció de alegrías, cuando vió a su hija Mayrenis frente a su propio rostro y la reconoció, pues, sí. Cuando en el amor se dió lo que más se aferró el coraje de amar lo que más pasó, un tren que vino del sur hacia el norte. Y fue Mayrenis hacia la estación, cuando busca a su padre después de tanto tiempo de no ver. Cuando lo halló demacrado, más viejo como que la vida había pasado por él. Cuando lo vió se miraron a los ojos directamente, creyendo en la vida y en el reflejo de amar el corazón. La hija Mayrenis, lo abrazó como nunca, pues, su destino cruzaba en el mismo tren. Cuando en el sol brilló en la hacienda con ella y con su padre el viajero del tiempo, cuando en el ocaso brilló una luz como un flavo color dentro de sus propios ojos. Cuando en la alborada prende y se enciende de luz como la del sol. Cuando en la esquina del tiempo, sólo brilló una luz. Como la del mismo tiempo y del ocaso que se viste de ansiedad. Cuando en el delirio conlleva una dulce atracción. Como poder ver el siniestro cálido, de entretener la oscura pasión. Y fue Mayrenis, la que vió el sol en el rostro de su padre esa noche fría, y desolada, como el tiempo en el corazón.
Continuará……………………………………………………………………………………..
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de abril de 2020 a las 00:03
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 35
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