**~Novela Corta - La Vida en el Tren - Parte XI~**

Zoraya M. Rodríguez

Lo tomó por el brazo, y le dijo más cosas, que debía de pagar los pasajes de vuelta a la hacienda porque yá no tenía más y hasta el cielo se debió de haber caído. Si para ir a donde él, tuvo que vender el reloj o único que le quedaba en el bolsillo antes de que le robaran los ladrones, del aquel pueblo del viejo norte. Cuando entre el este y el norte, en el noreste, estaba aquella mansión, se debió de enfríar el desastre de ver y de sentir a su venganza tomar un rumbo nuevo y bueno. Cuando en el tiempo, sólo en el tiempo, sólo se hizo como nace el odio en el corazón. Cuando en el sólo corazón, se debió de alterar lo que creció en el alma un rencor devastador como el amor en cada hija de él, de Don Emeterio del Bosque. Cuando en el combate de la vida, se alteró, el triunfo en el alma, cuando en el alma, se debió de creer en el coraje, cuando en el alma se debió de creer en la furia del alma exquisita. Si en el ocaso se enfrío el desierto en el mismo sol. Y fue lo que extrajo en el alma, cuando en la fuerza se obtuvo lo que más quiso, un delirio de lo que fue y de lo que más pasó, una pelea en el alma, desde que su esencia triunfó como lo que más fue. Cuando en el deseo se elevó como se elevan las alas hacia el más profundo viento y al mismo cielo. Si en el horizonte se fue por donde se vá el sol, por el mismo otero. Donde se fue el sol y llegó la noche, y subió con Julián, al tren del norte, donde lo llevaría hacia la misma hacienda, cuando en la adyacente ira se volcó hacia el nuevo pasaje de la vida misma, cuando se aferró el nuevo deseo en querer el nuevo delirio, el nuevo desafío, y el nuevo desenlace, de querer hacer la vindicta y el honor entre sus propias manos y hacer respetar a su hija Mayrenis. Sólo y quizás, se debió de creer que en el perdido mundo del viejo tren. Si cuando en el instante se debió de notificar que en el viaje sólo se intensificó lo que dejó de pasar en el tren, una sabiduría entera en creer que yá tenía el honor de su hija Mayrenis entre sus manos. Y más entre lo que más quiso, y anhelaba, su honor y respeto, y además de hacer responsable a Julián de su propio hijo y Mayrenis. Cuando sólo triunfó el deseo de vengar a su hija buscando a Julián y hacer responsable de su mal acto, desafiando lo que más se sentía aquí, una crueldad en hacer pasar lo que más se debió de entretejer, una telaraña, la cual no rompía los estándares de la mala suerte en encontrar a su mala suerte. Y se fueron por la noche fría, desafiando el cometa de luz, el lucero o el sendero, cuando en la alborada triunfó el sol, cuando llegaron del norte en aquel viejo tren de la vida misma. Cuando en el ambiente corrió el viejo tren por el mismo norte llevando la vida hacia la misma hacienda de Don Emeterio del Bosque. Cuando entre aquel tren de la vida, sólo llevó lo que más quería cuando en el alma, sólo advirtió un sólo sueño, y fue el de volver y regresar con el honor de su hija entre sus manos. Cuando en el ámbito cruzó el mismo coraje de ver el reflejo en cada parecer del mismo instinto, y tan distinto como el haber sublevado la manera de creer en el tren de la vida. Cuando en el ocaso advirtió el mismo silencio de ver y de creer en el mismo silencio, y en la manera de sentir lo mismo que en el ocaso inerte. Cuando en la manera de percibir el mismo fuego voraz que emanaba dentro de su propio interior. Cuando en el ocaso desafío una crueldad tan viva como poder enfrentarse al mismo frío en la misma piel. Y llegaron en el ocaso frío, dentro del delirio, en la misma manera de ver el mismo cielo en la misma hacienda y en aquel tren de la vida. Cuando en el frío elevó lo que nunca más, un desafío en el cuerpo, y en la manera de atraer el instinto cuando en el alma se forjó cuando en el alma se identificó más el secreto de ir y venir hacia el mismo plan de vengar y de traer el honor de su hija entre sus manos. Cuando en la alborada se enfrío el deseo de sentir y de creer en la misma ansiedad de ver el mismo cielo en saber que el destino fue como saber que el imperio de sus ojos vieron tal cosa igual. Cuando en el reflejo se dió lo que se daba más, una fuerza en que el instinto se dió lo que más él quería, Don Emeterio del Bosque, cuando en el coraje se dió lo que más enfrío, un cometa de luz en el verano aquel. Cuando en el instante se dió lo más vil de la manera en poder creer que el sueño pertinaz era el encuentro entre él, Don Emeterio del Bosque y Julián. Cuando en la manera de ver el mismo cielo, entre Mayrenis, Julián y Don Emeterio del Bosque, se fue por el mismo reflejo en el mismo cielo. Y llegó la noche fría, densa y apaciguada, la que irrumpió el deseo de querer tener la misma mala suerte, en tener que atrapar a Julián, dejando a Mayrenis, a su hijo, y a Don Emeterio del Bosque, la presencia entre aquella estación del tren cuando el tren se detuvo. Y la fría tentación no enredó lo que hizo Julián con Mayrenis y su hijo en brazos. Y llegó el viejo Don Emeterio del Bosque, a la hacienda donde se encontraba Mayrenis con su hijo en brazos. El viejo cascarrabias y desalentado caminó por la hacienda en busca de eso que él quería hacer: el honor de su hija entre sus manos. Y así, culminó lo que nunca, un eterno viaje con el Julián.       



Continuará…………………………………………………………………………………...                                                                                                                          

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 2 de mayo de 2020 a las 00:04
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 34
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