Inventario de piedras-.

Vas cargando piedras

en la noche furtiva

hasta de envidia te sopesas

hasta dictaminar tus esposas.

Vas lentamente, supliendo el silencio,

con meteóricas formas de acoplamiento.

Leonas del futuro sobre el paisaje central:

abismos esenciales que penetran el bosque.

Cargando piedras se te pasa la noche

en los bloques de cemento una nación,

bastión incipiente de la razón con una sonrisa

y ese texto apergaminado de lo opuesto a la razón:

mediocridad en el ambiente y sales disparado.

La noche avisa, terciopelo errante, hasta la locura.

Cumples tu cometido de iracundo poeta.

Rectificas el sonido de la adustez.

Insistes en tu inocencia de sapo viejo.

Roes la malnutrición demencial de los ausentes.

Buscas la laguna incendiada sobre viejos trapos.

Indolentes las ropas cuelgan de sus cuerdas empapadas.

Galeotes inventariados por la locura de nueva estirpe.

Un semen de ahorcado que ahora brilla en su natural prado.

Un castigo de hermético suicida, una postal autorizada por la ley.

Amantes sostenidos por filamentos pétreos.

Rosas imantadas de uniones elementales.

Un cuerpo que se sacude su inacción fusilada.

Un cuerpo sí, de ranura desviada.

La forma del cuerpo es la existencia acometida.

Por nuevas trituradoras se establece el pacto con lo modélico.

Surge dios y la pregunta es la misma.

Odias el infierno, más que la vida.

Y en tu pregunta se calcina el viento.

Aliento de rosas más tardías.

Donde se pudo establecer el secreto de los manantiales.

Riqueza de los odios bien constituidos.

Así tu locura pasa inadvertida, odio, amor,

celos. Y en tu noche, la piedra limpia crucifijos.

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