LA GRUTA.

 

I

Hay cantos que se diluyen,

en los campos floridos del latino,

y en la mesa del gringo, ni frijoles,

ni estancias, forman parte de su dieta,

¡Asi, es la vida!

II

¡Así, la lengua mal parida de la treta!,

se visten de linos y almidones,

y en su despensa, el salmón, el caviar y la caza,

desnudos llegan, al festín de la flagrancia.

III

Y todos hablan de nostalgia, valor y nobleza,

pero en sus nidos de amor, la falseta se traba,

¡Ahora, hay ecos y latidos!, que agachan la mirada, 

y gemidos que no sienten, sus almohadas.

IV

Y memorias que bordaron con hilos,

de estambre multicolores, las sienes de sus valles,

y los mirones son de palos, dice un viejo refrán,

pero el río, jamás vuelve a su cause.

VI

Y nadie, blanquea su conciencia,

sentado en las capillas de su infierno,

nadie, cubre de blancas nubes, un cielo nublado,

ni borra el claro oscuro de sus pasos, donde no hay cielos,

ni lunas con alas sacramentales, protegiendo sus llanuras.

VII

Pero hay colinas de plata brillando,

como calderas de fuego, y no hay quien se atreva,

a cruzar su escudo boreal, sin caretas,

ni quien dibuje en el bohío de sus bosques,

la fosa, la celda y la pena, ¡así, la vida! 

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