Hoy no quería despertar.
Acogido en el abrazo de mis frazadas,
sentía en el ambiente algo espeso, algo pesado,
una presión como de un fondo sin mar;
y no era la alfombra de matices grises que boicoteaban afuera al sol,
era algo que surgía en mi habitación,
un susurro incesante sin voz,
un puñal de arañas en los tobillos,
un enjambre de uñas rotas que me rascaban la frente,
un aplauso sarcástico,
unas algas ansiosas que trepaban hacia mi cama,
sujetando con fuerza mis extremidades
y atrapando mi aliento en una zozobra.
En el cielo de esa pocilga que llamo a veces mi cuarto,
El yeso de las paredes se comenzó a deshacer,
a hacerse pedacitos, carcomiéndose,
corroyéndose
como pan seco bajo la bota histérica de un soldado.
En todo esto aparecían esas malditas cucarachas,
Compañeras de piso indeseables y despreciadas
Que aprovechando mi parálisis patético
Salían de sus guaridas insípidas,
Cantando melodías eróticas y estúpidas
Mientras bailaban en círculos, elipses y cuadrados
Celebrando a la oscuridad que se asomaba por doquier.
Mientras el pánico se comía mis iris,
Secando mis ojos con furor
Como una fruta en una freidora sin control,
Se abría un agujero de sombras en el techo
Una ventana a un espacio alterno
Donde resonaba un latido muerto.
Allí apareció una cara de arcilla mojada,
De pelos y pellejos negros,
Con ojos de buey sufrido y nariz de perro seco
Con orejas de niña y boca de culo viejo,
Que con cada palabra, inaudita en este mundo,
Gorgoteaba guano y chupaba mi vitalidad.
Chillaba como un bebe haciendo berrinche
mientras sonreía con su roseta sin dientes
literalmente cagándose de la risa
de la babosa vencida en la que me había convertido yo,
enterrada lentamente en un reloj de arena
comiendo rendida la vergüenza salada
de las dunas que componen mi memoria.
Y fue allí,
En el desesperar frente a la penumbra
Que convocaba el devenir de su reino absoluto y eterno…
Que tu recuerdo vino a mí
Y una brisa serena me sujetó la nariz
Llenando mi pecho con el color de tu risa
Regalándome un aliento de fuerza inconformista
Para abrir de una tajada la persiana
Y dejar entrar finalmente la luz.
Un ave se había posado en la planta seca
Frente a mi ventana.
- Autor: Tayasal ( Offline)
- Publicado: 9 de mayo de 2020 a las 01:23
- Comentario del autor sobre el poema: Incluso en los momentos más oscuros la vida grita por luz. En el momento que lo escribí me concentré tanto en el monstruo que había imaginado que ignoraba el final de luz y esperanza que surge al final. Con el tiempo he llegado a reconocer que este poema tan personal, no trata sobre el monstruo del abismo de mi depresión y ansiedad, sino sobre la luz de esperanza que apesar de la penumbra sigue latiendo en mí. Esa es mi fuerza a seguir. Por cierto, la métrica fue un suave pedazo de algodón que me pasé por el horto.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 106
- Usuarios favoritos de este poema: Samael Nebreda, Lualpri
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