Luisa, espera en la barra
sin saber qué
apenas comienza el día
el sol
asomado a su mundo
ilumina las hermosas piernas
su falda
que como la mar baja
ha dejado las blancas playas
de sus muslos
…..……..……..……..
Yo desde el extremo
he quedado pensando
lo vano del vivir
una noche sin más...
alcohol y humos
recuerdos golpeando
como olas
en mi solitario
corazón
que como un madero
naufragado
solo me sostiene
sin poder ir
……..……..………
Luisa, adormilada
abraza su cara
mirando la nada
no queriendo recordar
las confesiones
moribundas de marineros
más allá de la paga.
…….…….…….………..….
Qué hermosa está Luisa
sobrepuesta al infierno
de vahos de vino
torpezas sin amor
de una noche
que no debió vivir
………..…………
Si ella…
si yo…
quizá pueda
¿ella querrá?.
Cómo le diría
que la amo
con lo que soy
y podría llegar a ser.
……..……..………..……….
Luisa, despereza
sus brazos
que no llegan a ninguna parte
y
comienza a contar el dinero
deja una parte al cantinero
acomoda el resto
en el escote
levantándose
de pié
frente al sol, que la baña
con la ternura
que nunca tuvo
y
añora a diario
de unas manos amorosas
besos suaves
dados con amor
sin cargo, ni obligación.
Ese sol
que la llama y ella
cansada
se aleja, por la puerta
del mismísimo infierno.
……….…..………..…
Otra vez que Luisa se va
y no puedo
ni debo
decirle que la amo.
Solo uno de mis besos
rompería el hechizo
moriríamos
en un remolino
tormentoso.
Ella sería ángel
y yo…
solo regresaría
para ser un demonio
traidor del infierno.
- Autor: Esteban Couceyro (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de mayo de 2020 a las 10:00
- Comentario del autor sobre el poema: La contrariedad del amor prohibido, entre un demonio converso y una víctima aislada de sí misma.
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: Nuria de espinosa, Frida Alcántara
Comentarios2
Ingenioso. Me gustó. Un placer leerte. Abrazos
Una historia de tantas, mi estimada señora, una bella mujer aislada de si y un enamorado penitente de su destino.
Un abrazo.
Esteban
Que sorpresa! Me encantó como siempre.
La vida es una sorpresa..., si aún tenemos la posibilidad del asombro.
Un abrazo y cuídate.
Esteban
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