Traición

Diana Olguin

Una noche, tras un beso de traición,

Tu destino fue sellado. Próposito al que habías venido.

Ante los ojos de aquellos que te vieron crecer, estabas de pie. 

Una bulla crecía entre la multitud.

Clamaban por el ladrón y no por el salvador. 

Tal cual oveja al matadero, tus labios no pronunciaron palabra alguna. 

Abandonado por tus amigos, un valiente a lo lejos observa,

pero el peso de la negación le impide acercarse.

Un veredicto y unos cuantos azotes,

ellos no te dejarían vivo. 

Incluso, aunque fuera, tú mismo subirías a la cruz y te amalgarías a ella. 

Burlas en tu rostro, la saliva de uno sobre él.

Unas cuantas bofetadas y con una corona de espinas sellaste tu destino.

Irreconocible aquel hombre que ha quedado expuesto a la multitud.

Ninguna alma siente compasión por aquel hombre que un día milagros hizo entre ellos.

Un madero sobre sus hombros, pero más pesada fue la carga del mundo sobre su espalda.

Dos, tres pasos, se cae.

Dos, tres pasos, ya no puede.

Dos, tres pasos y desfallece. 

A un hombre se le encomienda ayudar a aquel que yace tirado en el camino.

Y cómo se levanta un estandarte en la victoria,

así se levantó al hijo del hombre entre los suyos. 

A los suyos vino, y éstos no lo recibieron.

Pero más grande fue su amor que el peso de la traición y el dolor.

Más grande fue el deseo de extender vida que se despojó de la suya misma.

¡Oh dulce Varón que sobre la cumbre fuiste levantado!

Míradme a los ojos y hacedme saber:

¿Acaso todo esto fue por mí?

  • Autor: Lucía Nomdedeu (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 9 de mayo de 2020 a las 19:23
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 22
  • Usuarios favoritos de este poema: Lualpri
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