CORRÍA LA TORMENTA

AZULNOCHE

Amanecía el día pálido

los vencejos recién llegados

chillaban en su vuelo 

alcanzando los tejados rojos.

 

La calle era un río multicolor 

de personas serias caminando,

unas iban en bicicleta, en patines,

otras corriendo, 

tapada la boca, enfundádas las manos.

Gentes sin ir a ningún lugar,

después del confinamiento.

 

 

A veces un saludo, un alzar de brazos, 

un nombre se escuchaba en el aire.

Una risa a lo lejos se abría paso,

un encuentro inesperado

con distancia de por medio. 

 

En sus ojos un rodar de dudas,

de preguntas sin respuesta,

corrían imparábles como la tormenta 

que se desataba dentro y fuera

 en silencio.

10-05-2020

 

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