No habría literatura
sin ojos de rebaño.
Sin esas cómplices miradas
que engordan las harapientas
líneas y los equidistantes renglones.
No habría literatura, sin prosa,
gorda y oronda, horadando las nalgas
de, a quien leer, se le antoja.
Sin monjas, curas, burócratas o simples
carabineros, de ojos mansos y miopes,
no, no habría literatura.
Habría una luna observada por un telescopio
gigante, casi rozando la dura corteza.
Y un rebaño de ovejas apostado a la orilla
de cada cementerio, con grandes orejas, y puntas
de cuchillos oxidados, atravesando el vientre seco
de las palomas.
©
- Autor: Ben-. ( Offline)
- Publicado: 17 de mayo de 2020 a las 05:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 49
- Usuarios favoritos de este poema: Anton C. Faya, Lualpri, migreriana
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