Escuchando el cuarto movimiento
de la primera sinfonía de Brahms, que tanto te gustaba, pienso
en los años que ya llevas sin que la música,
esta creación solo nuestra, solo humana,
pueda llegar a tus oídos, que se disolvieron con tu cuerpo,
y haga vibrar tu cuerpo y tu mente que ya no existen
sino en la memoria que yo guardo de ti.
Todavía siento, a momentos casi con miedo,
casi con un sobresalto, como la música me lleva,
por así decir, cuerpo y alma,
hacia una dimensión del ser
antigua y presente, me gustaría
decir eterna, en la que están
los recuerdos, los anhelos y las vivencias
de los miles de millones
de hombres y mujeres que hemos pasado
como sueños sobre la tierra.
Tu ausencia se me hace más dolorosa pensando
en que te quedaste fuera de nuestro tiempo,
fuera de este tiempo humano y viviente que es nuestro
como es nuestra la música, su ritmo, su orden,
su armonía que rescata la salvaje violencia del caos.
- Autor: andrea barbaranelli ( Offline)
- Publicado: 17 de mayo de 2020 a las 05:17
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 44
- Usuarios favoritos de este poema: migreriana
Comentarios1
No sé porque la gente siempre suele hablar de la "muerte" como si esta existiera...sencillamente no existe...porque lo único que perece es este estuche que llamamos "cuerpo", pero aquel que escuchaba aquella música de Brahms contigo, está vivo en un plano espiritual muy diferente a esta tierra. Además, si te sirve de consuelo, Andrea...todos sin excepción trascenderemos hacia allá, cuando menos lo imaginamos. Un gusto ha sido visitar tus letras. Saludos cordiales.
La que escuchaba conmigo aquella música era una mujer, querida Ingrid. Yo soy un hombre de 82 años, te engañó mi nombre que en italiano es masculino. Y yo soy italiano. Estoy más de acuerdo contigo de lo que me parece que te imaginas. Muchísimas gracias por tu atención y tus palabras.
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