Cuando en el alba se identificó lo que más se creyó, un sólo error de amor y de pasión, en que más se enalteció lo que más se debilitó, cuando en la alborada se destruyó todo, como se hizo la lluvia sin sol, como al cruel tempestad, y la cruel desavenencia entre lo que más pasó y lo que más se creyó una manera de ver el cielo de una sola tempestad. Y fue por el rumbo o por el otero, o por el cedro donde se vé el más instante de los sucesos y fue el grave error de haber dejado a Ellence, sin amor y sin pasión de la mejor forma. Cuando en el instante se formó lo que más se debió de haber dado sin conciencia, un amor eterno como lo fue amar desde lo que más se dió. Cuando en el alma se identificó tanto como haber sido lo que más se formó en la alborada, cruel de haber sido como el ave en que se formó lo que más se dió una adarga como escudo sin saber que estaba rota. Cuando se amo más como el mismo imperio de haber sido como el mismo instante en que más se dió lo que fue un delirio de haber amado sin saber que no amaba John a Ellence. Y Ellence, se vió alterada y tan irreal como haber sido como el mismo desierto en que más se dió como lo que más faltó un amor como el de John. Cuando en el sol, se dió una forma de atraer lo que más se aferró en el alma tan sola. Y se dió lo que más quiso un sólo error, un sólo yerro sin poder errar el aciago momento en que se dió lo que más se electrizó la forma en dejar a Ellence como una manera de poder creer en el desamor. Cuando logró sentir y percibir lo que dejó en el surco de su propio corazón, cuando ella, Ellence sintió al forma adyacente de sentir las amarras en el propio corazón. Y en el mismo deseo de amar lo que más se creyó, una fuerza en el alma, que sólo atrajo lo que más quiso en ser a coraje y arduamente en el mismo corazón, con las amarras en el corazón. Cuando en el deseo de aferró lo que más se mostró en el desafío de creer en la misma fortaleza del amor a ciegas y con el coraje de percibir lo que más se gratinó en el alm ese amor sin poder concluir. Cuando en la mañana se sintio más el dolor de ser fuerte como el poder ser a ciencia cierta una química en error permanente. Cuando fue que el sentimiento se deseó más en amar lo que nunca pasó, si una manera de atraer en el corazón el amor o un error en que las amarras del corazón se enredaron más y más en su propio camino y más en el corazón. Cuando en el camino se electrizó más el odio y el rencor en saber que en el corazón se encontraba el amor pasajero y no contundente de un tiempo en que jamás se procreó ese cálido amor en el corazón. Y fue que el deseo se convirtió en amarga atracción cuando en el alma, se sintió débil y más hostil que la misma forma en decir un te amo frío y sin sentido y mucho menos sin un solo latido. Y sí, fue un error, un gravísimo error, cuando amó sin amor, creyendo un amor real, pero, no verdadero, si el destino se dió como órbita lunar que atrapó el deseo, pero, fue tan inocuo el amor y el desenlace, que sólo se dió el amor en el alma. Cuando fue un error tan ágil como el haber amado y dado el sí. Pero, fue un inmenso error, el haber dado por hecho, un desafiante amor, cuando se cree que el delirio se siente frío y cayó por caer, en el error y lo erróneo y en lo equívoco de un amor y de una pasión. Cuando se fue por la dirección desafiante de creer en el amor de John, y de saber que el desafío fue y será un infortunio casi desafiante, en contra del reloj, y saber que el siniestro cálido, se debió de haber enfrentado en un abrir y cerrar de ojos. Y fue el amor, o la pasión en que sólo desafío el dolor de haber sido un cruel desastre. Cuando el alma se sintió suave y delicada y en un hilo en el borde del mismo corazón. Cuando en el alma se electrificó como la ayuda más efímera, más mínima, mucho menos, que el amor que ella, Ellence, sintió y que sentía.
Y Ellence, se convierte en bruja, pues, su hechizo en verse más bella y hermosa, la convirtió en una bruja con derechos. Con derechos en crear y formular la fórmula secreta en realizar su pócima para enamorar a John. Y sí que la fraguó, la inventó y más la hizo crecer y creer en el brebaje clandestino, pero, más real. Cuando en el sueño de amar y de ser más amada por John, sólo se enfrío el sueño, cuando en el alma se entregó de cero a cien grados, si amaba a John a pesar de lo difícil de la decisión final de John en dejar a Ellence, por otro amor. Y Ellence, hace su brebaje en la pira por donde aprendió cómo utilizar, pues, su efervescencia era mayor que su estatura y por poco se quema con ella, con la pira. Y Ellence, realizar su hechizo de una forma contundente, real, y verdadera, pero, por un error, otro error, en la vida de Ellence, hace la pócima con un ingrediente al revés, y ésto hace que muera alguien con nada más tomar el brebaje de Ellence. Ellence, era tan inteligente, pero, hizo su brebaje tan mal, con la única desesperación de no poder ni querer perder a John. Cuando en el alma se debió de creer en el ámbito cruel de sobrevivir en la escena, sin poder morir en el acto de sentir el silencio en el alma. Cuando en la mañana se vió el desastre de creer lo inevitable de creer y de sentir, en el amor verdadero de John. Cuando en el alma se debió de percibir el único hálito frío, que dentro de ver y de percibir el único desenlace sintió el frío en el mismo cuerpo. Cuando en el alma debió de haber sido como el ave que vuela lejos sin poder hallar un sólo destino. Cuando en la manera de ver y de creer más en el brebaje, sólo presintió el único favor hacia su propia alma y fue caer dentro de aquella pócima mortífera y letal. Cuando en el alma debió de creer en el alma con luz como el lucero en el camino oscuro y tan mortal y pernicioso. Cuando en la alborada se dió lo que más quedó en crudo y en una realidad que se coció en la misma piel desde que el instante se congeló en el mismo corazón con las amarras del corazón. Y sí, fueron las amarras del corazón, lo que conllevó una real acción y atracción cuando las amarras del corazón la atraparon y le enredaron como una telaraña con su araña. Cuando su esencia se automatizó como la impureza más irreal, de amar en su propio coraje y corazón, con las amarras del corazón defraudando lo que más quería al amor de su propio coraje y su corazón. Cuando realizó su locura más eficaz y más real, la pócima en hacer enamorara a John de Ellence. Cuando en el precipicio o en el abismo frío se vió como perdida el alma entre lo que más quiso ser a ciencia cierta. Con la química de enredar y atrapar con las amarras del corazón a Ellence con su pócima más efervescente. Y se creyó en saber que el delirio enfrió más el saber que el mismo brebaje dentro del cuerpo y en el alma. Cuando en el camino se aferró a ser como el mismo frío, cuando en el alma se entristeció tanto por haber dejado John a Ellence. Y Ellence, como bruja y hechicera, por ser la más inteligente de la clase, se atrevió a desafiar lo que más encrudece del tiempo en el ocaso o en la noche álgida. Cuando en el momento se sintió defraudada, como el sólo momento, en que se debió de creer en el suelo y no en el cielo, cuando bajó sus alas de volar muy alto y muy lejos. Se entristeció el alma dejando una saliva con tanta sed en el alma sin una cantimplora por implorar lo que más quería en la mañana fría y con la luz del mismo sol. Y Ellence, se enfrío su manera de ver y de creer en el mismo desierto cuando logró realizar el hechizo en que sólo logró enamorara a Joseph y no a John. Joseph, aún casi tan enamorado como con aquel brebaje, sólo quiso a ser a ciencia cierta una sola química en que sólo se enamoraron como el alba y como el mismo imperio en los mismos ojos. Y era ella, Ellence, la que en el coraje de ser tan viva y audaz e inteligente, se convierte en una bruja hechicera que por delante de todo sólo quiso en ser como la misma pitonisa, buscando y deseando el mismo futuro para con ella y para el mismo John. Se creyó que era una mujer tan hermosa, como para enamorar a cualquier hombre menos a él, a John de ella, de Ellence. Y era ella, Ellence, la que en verdad se aferró al deseo, de ver y de creer en el instinto perdido, cuando John la dejó sola y triste. Cuando en lo propio del fallo de su brebaje sólo le dió una manera de poder sentir el mismo amor en el propio corazón dejando siempre que las amarras del corazón se atrevan a desafiar lo que más dejó en el alma una luz opaca y tan oscura como el haber presentido el oscuro desenlace de poder estar sin amor y más sin el amor de John. Cuando en la alborada se dió el cruel y el nefasto tiempo de creer en la mala decepción del desamor de John hacia Ellence. Cuando en el triunfo de poder creer en ese amor le dejó perfilar el deseo en amar de nuevo, pero, fue Joseph, quien tomó la pócima de enamorarse de Ellence. Y Ellence feliz, pero, no supo Ellence nunca que Joseph fue y era un buen partido para realizar su brebaje más elaborado para poder enamorar a John. ¿Y era Ellence, aquella muchachita inteligente de la clase de química que hacía pócimas para sus estudios?, pues, no, yá en contra de tanto brebaje se tornó insegura, inestable, pero, decidida a enamorar a John, yá era demasiado lo que vivía Ellence sin John. Cuando en la alborada se hizo una cruel herida, y fue la de amar sin consecuencias, sin odios ni rencores. Y era ella, Ellence, la que hacía una pócima, pues, su brebaje era y quería amar y que John se enamorara más y más de ella, de Ellence. Cuando en su manera de ver y de sentir el suave desenlace de creer en el amor a toda costa. Sin sentir el delirio de ver el cielo como un techo donde el fuego no lía ni llega a ser como el deseo en el alma. Cuando arde el instante en que se eleva la razón perdida, cuando en la locura nace como debe de nacer en la tortura de creer en el amor a toda costa. Cuando en el albergue del alma sólo cosechó lo que nunca un amor sin pasión, sin amor del verdadero, cuando ocurrió el tiempo en creer que el odio crecía más y más en su pecho ardientemente con el frío ardor del tiempo y del ocaso. Cuando en el alma se escuchó una ulula, un grito ensordecedor, en que sólo logró el deseo y de sentir el silencio en cada destino sin el amor de John. Cuando Ellence, realizó la pócima en que creía que enamoraría a John, pues, no, seguían Joseph enamorado de Ellence. Y más que nunca jamás. Ellence, sólo quiso hacer la pócima, pero, él Joseph, quiso ser el primero y así que lo fue. Cuando en el instante se creyó como nunca un parásito detrás de Ellence. Cuando en el alma se oyó decir y gritar que el suspiro se debía a ser de los dos y no de uno solo. Cuando en el alborada se dió lo que más un amor de esos que subraya con deseos y con raya el amor dentro del corazón. Cuando en el destino se olvidó de creer en la misma sorpresa de amar lo que más triunfó el odio en el corazón en vez del amor en Ellence. Y subió, de tal manera, hacia el cielo por donde se dió la lluvia y el sol, si como quiera llovía y salía el sol, como quiera si amaba o no, si sentía la crudeza de amar con o sin amor. Como si fuera un sólo destino aparte, en contra del desatino que se atrevía a desafiar en su propio camino, erróneamente y ta equívoco que erraba en el mismo yerro. Y no se atrevía a decir, que Ellence, era su único amor en que el deseo se convertía en pasión. Y era tan atrevido que el sueño era como el ave que volaba tan alto que ni se veía en el mismo cielo. Y así, se sentía, Ellence, cuando amaba sin amor, sin que le correspondiera ni tan siquiera una corazonada dentro del mismo corazón. Cuando en el alma corrió a ser como si fuera un hálito impetuoso, álgido el viento que corría dentro de sus labios y que exhalaba un gélido aliento, hacia afuera. Cuando en el momento se creyó que todo estaba desierto, como palpitaba dentro de su propio ser. Cuando en la alborada cambió de grito a un solo silencio en que sólo el desafío se convirtió en un sólo desastre. Cuando en la lluvia cayó en su piel, mojando a sus alas dentro de su propio camino. Cuando en el suspiro se debió de alterar su más cometido y funesto instante, cuando en la alborada no cambió de rumbo y de dirección. Cuando en la mala suerte de Ellence, era Joseph tan y tan enamorado de ella, en que sólo el deseo fue como el silencio automatizando lo que más callaba su corazón. Hizo su brebaje más efervescente, más perfecto y más directo con las amarras del corazón hacia John. Se debió de alterar el frío, el tiempo, y el deseo, de amar con la pócima, y entregando el deseo en el alma misma. Y lo hizo, sí que lo hizo, el brebaje para amarrar al corazón de John y de se que enamorara de ella, de Ellence. Cuando en el alma se debió de creer en la osadía de amar y de querer triunfar más y más, sobre todo en la manera de entregar el amor hacia John. Y se electrizó más su forma de ver y de creer y de sentir y de percibir a ciencia cierta que el coraje creció cuando John la dejó sin amor ni pasión. Y eso la hizo ser una hechicera con derechos, con derecho a ser como la misma pira, cuando en la pira se llenó de un fuego devorador, cuando en el alma hasta en el alma, se llenó ardientemente de un fuego tan voraz como el haber creado la pócima en enamorar a John de Ellence. Cuando en la alborada se entregó el deseo de amar y de entregar el anhelo de amar sin poder salvar el amor. Cuando en la alborada se llenó de una magia trascendental cuando en la mañana, se debió de entregar el silencio de creer en el alma a ciegas sucumbiendo en un sólo trance y delirio. Ellence, sabía de todo, que la pócima enamoraba a Joseph, y no a John, cuando ella, decide realizar la pócima sin un sólo ingrediente el que se enamoraba de ella, cuando era Joseph, el único enamorado de Ellence. Y Ellence, sin enamorar hace el brebaje sin amor, lo que a consecuencia, se encrudece el destino como lo que se empieza a creer. Y era Ellence, la que hacía y preparaba el hechizo, pues, su técnica y su estrategia era sólo de enamorar a John de ella, de Ellence. Y no podía ni pudo más, lo hizo y lo hizo probar en una rata, y no se enamoró con las amarras del corazón hacia Ellence. Cuando en el ambiente sólo se logró lo que más se logró el hechizo o el brebaje automatizado en hacer creer que el destino fue como toda desventura e infortunio e inocuo proceder. Cuando sólo creyó en realizar su hechizo más poderoso, cuando en el alma, sólo en el alma, sólo quería amar a John. Y fue su meta, fue y será, lo que nunca más logró. Y el hechizo con la rata lo había logrado, pues, no se enamoró de Ellence. Y Ellence, contenta, pues, se lo dá, a tomar a Joseph. Y no se enamoró de Ellence, Joseph. La pócima la elaboró con esmero, con perfección, y con desafiante y atrayente desafío. Sólo se enfrío el desenlace de ver y de atraer al amor de John con tan sólo las amarras del corazón. Y la pócima fue tan incongruente que sólo soslayó en la forma de ver el silencio en el alma fría, cuando en el aire se enredó como se atrapó las amarras del corazón. Cuando vió que la pócima se enfureció más y más, y creyó en ser, como la forma más vil de las mil veces en que amaba a John. Y con las amarras del corazón, hizo la pócima con el nuevo ingrediente de enamorarse de Ellence, y Ellence lo quería probar, pues, no sabía cómo, dónde ni cuándo, si John se había marchado de la ciudad a un país continuo. Y sí, se fue para otro país, pero no era más que sorpresa para Ellence que él, John regresaba a la ciudad esta misma noche de luna llena. Y quería probar el brebaje, o el hechizo dentro del cuerpo y de la sangre de John. Cuando John regresa a la ciudad, pues, en el alma sólo en el alma, sólo quiso amar a su amor, el otro amor en el otro país.
Continuará……………………………………………………………………………….
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 19 de mayo de 2020 a las 09:44
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 40
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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