Prosa. Iniciando el libro: DON CARLOS

(1) LOS CUATRO VALSES CON MI PADRE.

 

El 7 de mayo de 2013, después de una espera que asfixiaba mi ser, mi esposo y mis hermanos insistieron en que vaya a casa a descansar, estaba dormitando cuando de pronto mi estómago y mi corazón sintieron una punzada a la vez que escuché que alguien sacudía los cartones con botellas de cerveza en mi lavadero  -Mi papá - pensé…efectivamente a los 2 minutos sonó el teléfono y la noticia dio un vuelco a mi corazón, era mi hermana menor, que no podía hablar…y haciendo un gran esfuerzo, en un momento en el que logró tomar aire, me dio la noticia …a los 5 minutos me llamó mi hermano el médico, al que siempre vi ecuánime aunque preocupado… estaba deshecho…  - si, ya me dijo Glen - le contesté-… voy para allá.

 

Mi primer vals sucedió en mi niñez temprana, ese día mi madre me reprendió por que no la obedecí y puse en riesgo mi integridad. Mi padre, educado a la antigua, me castigó físicamente y me envió a dormir. Estaba en mi hamaca llorando cuando llegó, se detuvo frente a mí y me dijo con ternura - Hija lo único que necesitamos los padres es saber que nuestros hijos están seguros, debes obedecer a tu madre para que nada malo te suceda - él estaba tan triste como yo, que lloró porque odiaba castigarme, entonces le prometí - papá voy a obedecer para que no llores, no me gusta verte triste - después, nos acostamos en la hamaca en un vaivén que adormecía, me abrazó y permaneció así hasta que me quedé dormida. FUE EL VALS DE LA EDUCACIÓN.

 

Mi segundo vals, se desarrolló en mi recepción de 15 años, esa noche, preparada con mucho esmero por mi madre, mi padre me regaló una sidra espumosa rosada que para mí era extraña, me dijo - Hija hoy es un día muy especial, esta botella es sólo para ti - instruyó así al hombre de la barra - nadie puede tocar esta botella, sólo le servirás a mi hija y a mí -. Fue una noche inolvidable con familiares, amigos y desconocidos; nos amaneció y terminé sin zapatos bailando mi vals nuevamente con mi padre que estaba llorando al recordar mi rostro al nacer. FUE EL VALS DE LA CELEBRACIÓN.

 

Mi tercer vals lo bailamos al graduarme. Mi madre se puso sumamente nerviosa por mi examen profesional, así que, mi padre llegó solo. Encontró el audiovisual donde presentaría mi trabajo de titulación y a los minutos de iniciar mi exposición… ¡se quedó dormido! Aún cuenta mi tía, su hermana, que intentaba despertarlo con bolita de papel para que no roncara. Yo sólo sonreía a verlo. Al terminar el protocolo me dijo -Pensé que entendería tu trabajo, pero la verdad está muy aburrido lo que estudiaste (Licenciatura en Matemáticas) - lo mejor fue con la frase que remató; me dijo - sin embargo, aún te amo- al llegar a la reunión, que mi madre organizó con la fe que le daba mi capacidad para aprobar mi examen profesional, él me abrazó y abrimos el baile, esa noche también lloró diciéndome - hija, ¡lo lograste! -FUE EL VALS DEL ORGULLO.

 

^­Mi cuarto vals fue en el altar, al momento de acompañarme…con una sola lágrima en la mejilla, me dio un beso en la frente y le entregó mi mano a mi esposo. Ese día por la mañana y por la tarde, todas las mujeres de mi casa estaban en el salón de belleza, así que mi padre afanoso me ayudó a preparar mis arroceros, el coche y todo lo que estuvo a su alcance; pero estaba sumamente callado. Al final de la ceremonia y durante toda la recepción ¡estaba tan feliz y atento! Se la pasó atendiendo a todos nuestros invitados. Finalmente, cuando llegó el momento de despedirme de lo que fue mi vida, me abrazó y bendijo con una gran sonrisa...en ese momento...no lo ví llorar. FUE EL VALS DE LA ESPERANZA.

 

Mi vida está plagada de recuerdos con mi padre, pero a cuatro años de su deceso, recuerdo estos cuatro valses con especial añoranza de su presencia. Me consuela observar a mi esposo y a mi hija AMARSE Y BAILAR SU PROPIO VALS

Celia V.

Abril de 2017