**~Novela Corta - Las Amarras del Corazón - Parte VIII~**

Zoraya M. Rodríguez

Si Ellence, se debatía entre la vida y la muerte, y había triunfado la muerte, pues, ¿por qué no enredar el camino con una pócima tan cierta, como el haber podido entregar el desafío de ser una científica real y contundente?. Pues, el verdadero amor, no se lucha, no se mira, no se rinde, ni mucho menos se busca. Se deja ir todo paso a paso, de poco a poco hasta lograr todo y conseguir todo con el verdadero amor. Como sí fuera una mala situación en la que el destino fuera como órbita lunar, atrapando como las amarras del corazón al pobre corazón. Y Ellence y John lo sabían, que durante toda una vida, su vida había marcado un torrente de sinsabores tenues y tan opacos como el ir y venir desde la poca visión de contraer a las amarras del corazón en el propio corazón. Cuando finalmente se debió de entretejer la poca atracción de calores tan extraños, como aquella fiebre en que la razón se perfilaba cuando ocurrió lo que nunca un impulso y más con esas amarras del corazón. Se creyó que el destino fuera sin igual, y que el camino se debiera a que la razón perdida, de que la supervivencia se diera como se da lo que se sabe un cruel destino. Y a sabiendas de la poca razón se debía a que el silencio, marcaba un atracción tan vil como demacrado el silencio, de saber que la vida es más que una y tan corta como el poco desenlace entre lo que se daba y lo que no se daba. Y que se llevo una vil sorpresa en atraer lo que nunca se sospechaba un vil y siniestro desenlace. En que culminaría un ademán tan frío como desenmascarar la más terrible sensación, en que se cruzaba el destino y sin poder saber que el comienzo se debía a que la pócima enamoraba y no precisamente a John de Ellence. Luego aparece Joseph, y se queda desorbitado y atrapado y enredado como si fuera un cálido percance en que se enredaba lo que siempre una manera tan vil y atrayente en que se encontraba la decadencia de ir y amar lo que nunca a un amor tan real como era John para ella, para Ellence. Y Ellence muerta de miedo o de terror, pero, muerta, yacía en el interior de un ataúd cuando su cuerpo murió sin preceder en el ámbito perfecto. En el tiempo o en el ocaso tan frío, que murió de tormento con esas crueles amarras del corazón. Y sin John era Ellence, la que murió en el altercado frío y friolento de perecer en el cruel camino y con un destino fatal. Cuando se consume en el interior dentro del mismo coraje de atreverse a mirar la misma situación, cuando se confeccionó una vil muerte con la pócima Las Amarras del Corazón. Si con las amarras del corazón se atreve a desafiar lo que más ocurrió en el alma, un instante en que el sol se convirtió en lluvia, desnudando lo que en el corazón fue el coraje de entregar la misma fuerza. Y John, a salvo de que en el interior se abasteció de frío y de cruel desavenencia, cuando en lo vil del mal recuerdo, se acechó de un mal incurable, cuando en el frío se obtuvo de temor y de ansiosa ansiedad.           

 

Continuará………………………………...

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 24 de mayo de 2020 a las 03:11
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 40
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