Julio Anguita (elegía)

Xabier Abando




Plañidera la ciudad,
calle abajo, por cada alcantarilla
las lágrimas enfilan hacia el río;
talmente enriquecido su caudal,
desde el puente romano, hacia Sevilla,
discurrirá un Guadalquivir sombrío.

 

En Córdoba, su ciudad,
un crisol permanente de culturas,
que fundara el pretor Claudio Marcelo,
de infarto, falleció en un hospital,
recibiendo, en familia, sepultura
Julio Anguita, un político modelo.

 

Descartado el funeral,
la capilla ardiente, en su Ayuntamiento
fue instalada, sin público, obviamente;
Anguita fue un alcalde popular,
y, a pesar del social distanciamiento,
al salir, fue aclamado por la gente,

 

dada aquella proverbial
lucidez e integridad del maestro
que Anguita siempre fue, y dejó sentado;
político honesto, a carta cabal,
que ha dejado este mundo con lo puesto;
renunció hasta al haber de ex-diputado.

 

Secretario general
del Partido Comunista Español
fue y, en viendo quimérico el proyecto,
-vana es siempre la quimera, irreal-
la nueva Izquierda Unida encabezó
en pos de la utopía, un nuevo intento.

 

Galeano lo decía:
la utopía es como un bello horizonte,
por supuesto, imposible de alcanzar,
distante siempre, allá en la lejanía,
pero marca insistentemente el norte
hacia el cual hemos siempre de avanzar.

 

Su utopía principal,
un hermoso horizonte, al que tender,
que tratan de ocultarnos los mercados,
es la Declaración Universal
de los Derechos Humanos, que al ser
por todos los países aceptados,

 

serían diana perfecta,
factible de lograr, al parecer,
si en ello se empeñaran los gobiernos,
mas la élite mundial, jamás electa,
se impone con la ley del “laissez faire”
en busca de objetivos más siniestros.

 

Es la humana dignidad,
basada, dice Anguita, en los derechos,
la que ahora está en juego en el tablero,
entre gente que vota humanidad
y los mercados, siempre insatisfechos,
que apoyan las derechas por dinero.

 

De una talla singular,
su ideario no obstó para ser siempre
por todos admirado y respetado.
Julio Anguita, figura excepcional,
habría sido un digno Presidente
de la República, en un nuevo Estado.

 

En el ágora del Hades
Maimónides, Séneca y Averroes
cordobeses de pro, predecesores;
a Julio cantarán ‘Felicidades’
y, cómplices, armonizando voces:
‘Bienvenido al claustro de profesores’.

 

No sé si allá donde están
de Córdoba hablarán, de la mezquita,
del barrio judío, el puente romano,
y, acaso, el salmorejo añorarán,
si envidia está sintiendo Julio Anguita
de Antonio Gala, su añejo paisano.

 

Querrá, seguro, encontrar
a su homónimo vástago, abatido
en Bagdad por un misil, en labores
de corresponsal de guerra en Irak,
por los occidentales invadido,
tras aquel contubernio en las Azores.

 

‘Malditas sean las guerras
y los canallas que las hacen’, dijo,
al enterarse de ello Julio Anguita,
quizá tenía in mente a aquel que fuera
culpable de la muerte de su hijo,
por cómplice de esa guerra maldita.

 

Todavía Presidente,
del Gobierno, su hiriente condolencia
le hizo llegar Aznar y Anguita pudo
contener el volcán incandescente
de su rabia y prefirió, por decencia,
callar, no contestar y hacerse el mudo.

 

Disfrute de eterna paz
se la merece este ‘califa rojo’,
político ejemplar, irrepetible
que, en breve, en el espacio sideral,
andará ya mirando de reojo
alguna otra utopía perseguible.

 

Nos ha abandonado un grande,
de ética intachable y mente cabal,
de enorme corazón y de alma noble.
Difícil que su altura alguien alcance
tocante a lucidez e integridad.
España es hoy más desvalida y pobre.

 

Mientras yo preparo el viaje
de ida, sin retorno, al Aqueronte,
con mucha calma, sin prisa ninguna,
reciba Julio Anguita este homenaje,
presente mis excusas a Caronte
si tardo en arribar a su laguna.

@ Xabier Abando, 17/05/2020

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Comentarios +

Comentarios1

  • Carlos Eduardo

    Mi amigo, un logrado panegírico.

    Hagamos de lo excepcional lo regular, particularmente en política.

    La ideología imperante manda con todo el poder del dinero y las armas.

    Los signos opuestos, tampoco son auspiciosos: Corea del Norte, Venezuela, Cuba, …

    Podrían ser Noruega, Suecia, Finlandia,...

    Un abrazo Xavier

    • Xabier Abando

      Muchísimas gracias Toqui. Me alegro de que te guste mi pequeño homenaje a este gran hombre. Un abrazo.



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