**~Novela Corta - Las Amarras del Corazón - Parte IX~**

Zoraya M. Rodríguez

Y la muerte de Ellence, se dió por una mala aventura y una desventura de un total infortunio. Se debió a que la pócima hizo un revés de que no era John quien buscaba la pócima para que muriera, sino que la pócima se posó dentro del enamoramiento de Ellence y por esa razón es que muere Ellence. Ellence, una muchacha inteligente en química y científica, realmente halló en el error, el peor error de su corta vida, cuando a penas se debatió en lo inesperado, de que el juego de luces mágicas de entrever el destino y el camino, se aferrara a que el silencio era autónomo en verdad, y de que el delirio se concentró más en el frío de que John no se enamoró de Ellence, nunca. La pócima o el brebaje sólo reaccionaba así, y tenía y poseía un antídoto, pues, Las Amarras del Corazón, así se llamaba la pócima, cuando en el alma, se vió la luz, pero, el antídoto era John, él, lo tenía muy adherido a su piel y más a su interior o sangre. Como que el antídoto de sobrevivir a esa pócima, se logró a que el destino fue como una llave autónoma, en hacer creer que el antídoto era la fuerza luchadora para salir de ese total hechizo. Y era la bruja de Ellence, la que en verdad logró lo que enredó una pócima para enamorar a John de ella, de Ellence, pero, no lo logró hizo muchos estudios y pócima y no lo logró, pues, su delirio se debatió entre lo amargo de la existencia, de la comitiva, de la razón verdadera y del hechizo que le hizo Ellence a John. Pero, sin embargo, no se enamoró como Joseph de ella, de Ellence. Cuando en el instante de debió de creer en la manera de ver el cielo como el límite y el torrente de sanar las heridas crueles de amar lo que dejó embriagar en la sangre. Cuando en el alma se debió de entretejer lo que más se alteró aquí, una comidilla social, entre el amor de Ellence y de pasión llamada John. Cuando en el alma se enredó una manera de ver el cielo en tempestad, pero, logró que su vida se hiciera una de cuadritos, cuando John nunca se enamoró de ella con la pócima, sino que había enamorado verdaderamente, por la forma tan atrayente de crear y de elaborar y de confeccionar pócimas para el laboratorio de química, por eso el efecto del brebaje no lo hizo posible, en John. Y John, tan ciego y enamorado se dejó llevar por la razón sin debatir, y todo porque el reflejo, se hizo como un gran espejo. Donde el camino se electrizó más y más, en saber que el desafío se intensificó, más y más. Cuando en el combate se dió una fuerza de luchar lo que era al amor de John. Cuando en el arte de amar se creó una mala situación, en saber que el destino es fuerza y voluntad. Y saber que el silencio es como la paz, quien se refleja como el silencio en nuestro camino para decir que la paz lo es todo. Pero, Ellence, no lo creyó ni lo sabía, que la paz era la verdadera fuente de inspiración para saber enamorar a alguien de ella. Pero, el crear la pócima, la hizo grande, e inmensamente inteligente sin saber que perdía a John o lo que pasó la muerte insospechada de ella misma, de Ellence. Se debió de atar hacia las amarras del corazón, dejando en consideración a un amor, que quizás, yá se había enamorado de ella, de Ellence, y, que tal vez, le iba a corresponder. No soltó la pócima, y quiso ser bella y hermosa y lo logró también, pero, falló en algo que John yá se había enamorado de ella, y, por ende, la pócima no reaccionó como ella creía posiblemente. Cuando en el ambiente se opuso, a que, el amor se sentía sin calma y sin esperar nada a cambio. Cuando en el instante se debió de tragar la pócima y no la vida de Ellence, pero, como no lo logró, sólo se advirtió el coraje de entrever la caricia de un torrente de sal como aquella del mar abierto. Cuando lo que hizo fue curar la herida, de Ellence, después, de morir. Y todo, porque en el triunfo de la muerte, sólo se electrizó la fuerza en querer amar y no en amar sí un hechizo de un brebaje mal fundado. 

John, fue el enamorado callado de Ellence, por su gran e inmensa inteligencia, pues, el antídoto sólo fue un secreto a vivas voces de John. Y John, un tonto y un lerdo que aprendió una sola cosa, que el amor es verdadero. Cuando en el ámbito personal se enamoró de Ellence calladamente, cuando en el amor se enfrío de temor incierto. Cuando en el alma se sintió como un desastre de lo que hay que percibir, cuando en el alma se debió de enfríar, como un congelado corazón que sin luz se obtenía en el acecho incongruente. Cuando en el alma se debatió de espera inesperada, cuando en el suburbio de la fantasía, se ordenó de que el imperio de sus ojos fueran para nada más y nadie más que Ellence. Y Ellence, elaborando una pócima la cual sólo quería enamorar a John, y no a Joseph. 

Y Joseph, siempre incongruente, apacible, y acometido y sin la luz de sus propios ojos que le decían que Ellence era su amor con la pócima secreta. Se identificó su cruz, cuando el antídoto de John lo tomó. Y abrió parte del fuego clandestino de no enamorar más a Ellence, siendo su enamorado número uno. Cuando en el ocaso frío, se alteró más y más, cuando en el clandestinaje de lo irreal, se enfrío el ademán frío en sus propias manos. Y quiso ser en lo incierto del coraje, una llave que abre y no da abastos. Y quiso en ser como el frío sin saber que sería insospechado, sin saber que el delirio se acomete como el más puro desenlace. Cuando en la flor del invierno se deterioró más y más, cuando en el ocaso enfrió el desastre de creer en lo incierto. Y John era el desastre de creer en la posibilidad, de ver el cielo de azul, y de una triste tempestad en su propia libertad en poder sentir el fuego en su alma, como una llama perdida y con tanta herida, que pasó como el desastre de sentir lo superficial, dentro del pasaje de sentir y de presentir, el suave murmullo dentro de la comitiva, de saber que el silencio, es la paz dentro del mismo camino. Cuando en el silencio se sabe que el instante se cuece como órbita lunar, que atrapa como amarra las amarras del corazón, por supuesto, en el corazón de John, sin saber que el destino es como si fuera un desenlace de atreverse a desafiar lo incongruente en desamar lo incierto. Cuando en el ambiente se hizo como el frío ocaso, dentro del mismo perecer, cuando al parecer se encerró dentro del mismo deseo, en amar a Ellence. 



Continuará……………………………………………………………………………………...                          

          

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 25 de mayo de 2020 a las 00:01
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 40
  • Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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