Me gusta estar entre las acacias, tranquilo.
Soportando el frío glacial que recorre la campiña,
como un toro bravío.
Allí los números no emergen de la sola compañía,
ni de los dientes, puede esperarse más que una palabra,
que sabe rota.
Entre los olivares vacíos, y las acacias impertinentes,
más de una sombra se me ha ido, lejos de la mala muerte,
que quiebra los cristales y los deja enmudecidos.
Escarchas de enero, o de febrero, he visto palidecer
entre mis huesos, dados a crecer, como espadas entre dardos.
Y las blancas dunas, y los blandos silencios, se vieron
interrumpidos, por un sabor de presidio sano.
Buscando huellas de mi infancia, blancos atropellos
de savias instintivas, me fueron alojados en todo el cuerpo.
Y una flor, y un cabello, resistiendo el empuje de los cerdos.
®
- Autor: Ben-. ( Offline)
- Publicado: 25 de mayo de 2020 a las 01:04
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 26
- Usuarios favoritos de este poema: Jorge Horacio Richino, Lualpri, Anton C. Faya
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