Siempre vienes
en la piel de los domingos,
y te haces leve,
apenas aire,
que se anuda sinuoso,
a la más dulce palabra
que no digo,
así nadie sospecha
que al alejarme,
tú vas conmigo;
yo mientras tanto,
he ido reinventando
un sitio más seguro,
y me voy dejando
dónde el amor no te duele,
sordamente tranquilo
entre la soledad de antes,
y el silencioso rincón
que nos presta su abrigo,
después,
cuando deba marcharme,
los que nos ven tan solos,
no pueden imaginar
que me quedé contigo.
Eduardo A. Bello Martínez
Copyright © 2020
- Autor: A. Martinez ( Offline)
- Publicado: 26 de mayo de 2020 a las 13:16
- Categoría: Amor
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