El perfil cambiado

Jorge Briceño

Había estado dándole vueltas a un asunto, Susan puede haber descubierto que soy yo quien le ha estado mintiendo, jamás tuve un lunar en el brazo.

Teníamos tantas diferencias que la violencia estaba a la orden del día. Recuerdo esa tarde, ella insistía en que Paz había introducido la escritura automática, pero yo le juré que siempre había estado ahí.
Por eso discutimos, me golpeó fuerte con la rodilla, tropecé y caí escalera abajo, acto seguido: descubrí esa cosa.
En sus ojos vi la amenaza y diserní, que aquella mujer no era la persona con que convivía.
La Susan Mirage que conocía tenía un ojo más chico y la nariz desviada a la derecha. Su rostro era diferente, el rostro hecho de hule en el bote de basura era diferente.
Un estruendo seguido de un insulto me sacó del confuso trance, una bala en la pared, un agujero en el cuello y una sensación de livianéz, algo murmuraban de una realidad con su perfil cambiado; para meterme de sopetón en otra, donde lo siniestro la embrujaba.

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