Bella, virtuosa ojos de almendras.
Mi rostro inconsolable reclama tus caricias,
mi cabeza acomodo en tu hombro apacible
y mi cuerpo extenuado a tu regazo sublime.
De mi piel a la tuya,
sueve cual petalo de lirio.
Y tu delicado ceno
cubierto de mi boca inocente.
Siento entonces mis ojos iluminar,
frente a los tuyos, Hermosa luz.
Y ya no hay miedos ni desesperanzas,
ya no hay desdicha.
En ti me resguardo, madre.
En ti lo hago.
- Autor: William Bermudez ( Offline)
- Publicado: 31 de mayo de 2020 a las 14:15
- Categoría: Amor
- Lecturas: 62
- Usuarios favoritos de este poema: Ruth González Galindo
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