Triste te escribo luego del trabajo,
lloro bajo una vela de luz leve,
estoy muy triste, herido y cabizbajo
con los ojos de lava y fría nieve;
también se me ha bajado la presión,
mi cuerpo tiembla y tiembla el corazón.
Estoy preso en las redes del tintero
con labores que preso aún me tienen;
te extraño demasiado, aún te quiero,
tus recuerdos me hieren, me entretienen
me dan vida, me dan melancolía
y así siempre es mi vida el día a día.
Me siento triste en esta corta vida,
hoy tú debes viajar por todo el mundo
leyendo en la añoranza azul mi herida
carta que escribo desde lo profundo;
paréceme que soy el mozo ausente,
paréceme que yo ni estoy presente.
¿Sabes? Perdí mi singular talento
no le encuentro belleza a lo que escribo
no es ni la sombra y hasta yo presiento
que seré un bárbaro no sensitivo.
Yo me rindo a escribir algún detalle
cuando te añoro en la olvidada calle.
No sé bailar, soy débil, soy delgado,
no sé lo que es reír, soy un misterio;
yo resido en un cuarto clausurado
y hasta odio lo que dice mi criterio.
Tengo en el alma miles de agujeros
y en mis dos ojos sierpes de aguaceros.
Estoy solo en mi casa y miro el techo,
mi faz parece viva y es mentira,
voy sintiendo dolores en el pecho
y mi boca sedienta ya suspira;
tengo tan alta fiebre, tengo ampollas
y una neblina espesa de cebollas.
Hoy quise recordar con alegría,
tu aroma avergonzaba a los rosales,
el sol solo por ti resplandecía
se aclaraban las sombras fantasmales.
La vida se nos fue al abrir los ojos,
solo quedan recuerdos y sonrojos.
Recuerdo en este mes de la verbena
el desfile escolar y de la banda,
yo recuerdo tu imagen más serena
y tu traje colores de oso panda...
Justo ahora la brisa me acaricia
entretanto una lágrima ya inicia.
Tantas veces pasé por tu ventana
y el cristal reflejaba tu silueta,
me ilusionaba alegre en la mañana,
sin ti se me formaba la atroz grieta
en flancos de mi pobre corazón
que por verte era su única oración.
Cuando mi amigo te besó, reí
para ocultar secretos de mi amor,
estaba loco por el frenesí
de ocultar mi secreto y mi dolor;
sin embargo sembré mis esperanzas
e hice con devoción muchas alianzas.
Yo te decía "amiga", tú, " Loquito"
con suave voz que parecía un canto;
eras más que el tesoro, y hoy admito
que tu voz me curaba todo llanto;
y cuando tu presencia se alejaba
bajo un ámbito frío te lloraba.
Pero no importa más la triste historia
porque hoy le pongo un punto ya final,
conocí la quietud, no la victoria,
sonreí en mi dolencia racional...
Juro que aunque un relámpago me parta
ya nunca más te esribiré otra carta.
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- Autor: Anthony Acosta (nombre real ) Abraham Emilio (Seudónimo) (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 3 de junio de 2020 a las 02:08
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 37
- Usuarios favoritos de este poema: 🔥Ls. Angel
Comentarios1
neblina espesa de cebollas.👍😉
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