En cada oportunidad que se presente estaré con ustedes
Mientras haya vida habrá poesía
En una lejana laguna en cuyo borde crecían pastos y juncos solía poblarse cada temporada con toda una mezcla de bandadas de aves diferentes: garzas, patos, chorlitos y otras especies daban cuenta de su ruidosa presencia.
La temporada de anidación comenzaba y por lo tanto las aves se juntaban en parejas para procrear, entre los patos Salem y Acero eran una pareja que como las demás aves migratorias después de su agotador viaje gozaban escondiéndose entre los juncos, danzando en el agua, escogiendo los palillos para hacer su nido, sin embargo el lago también tenía sus peligros, pues era también el hogar de lagartos, serpientes, zorros y otros predadores hambrientos, y por si fuera poco también zona de tiro para cazadores, sin embargo, éste sería por algunos meses su hogar, y cada noche, antes de acomodarse juntos en el nido, ambos miraban en silencio las luciérnagas alumbrar como si todo el lago centelleara, entonces Acero se lamentaba de ser tan vulnerable a los halcones, a las fieras e incluso a los cazadores, sus únicas armas para defenderse eran sus reflejos y la rapidez de sus alas, por eso fantaseaba con aquéllos animales que físicamente eran más fuertes que él y le preguntaba a ella qué haría si de repente un día amaneciera convertido en halcón, Salem cariñosa le contestaba:
-Así fueras sanguinario como ellos, así desplumaras a toda la bandada y a mí misma, aún cuando me arrancaras la vida a picotazos, aún así yo te amaría.
Otro día, señalando a un cocodrilo que casi estuvo a punto de devorarlo y gracias a su frenético batir de alas pudo evadirlo, le preguntó qué haría si un día él se transformara el cocodrilo, ella, rozándole suavemente el cuello con su pico le contestó:
-Aunque fueras uno de ellos y con tus fauces abiertas me amenazaras, aunque no pudiera más que permanecer sobre tu lomo mientras te asoleas, aún así yo te amaría.
Otra noche, rememorando las andanzas de un puma que llegó a beber al lago y después de una larga espera escondido en la maleza logró abalanzarse sobre un venado ocasionando que las aves levantaran un apresurado vuelo, Acero le preguntó nuevamente qué pasaría si un día él amaneciera convertido en una de esas temibles fieras, ella, extendiendo un ala sobre su lomo le contestó:
-Aún cuando fueras el más fiero de los pumas y tu sola sombra me causara miedo, aunque no pudiera más que admirarte desde lejos y tus rugidos me estremecieran, aún así yo te amaría.
Otro día, en que estuvo a punto de ser alcanzado por una de las balas de los cazadores mientras levantaban el vuelo, imaginando lo que sentiría poseer uno de esos objetos capaces de matar a la distancia, sin garras ni colmillos, con sólo apuntar y apretar el gatillo con el dedo, le preguntó qué sucedería si un día lo viera escondido entre los juncos apuntándole mientras nadaba, ella , sin inmutarse le respondió mirando las ondas del lago:
-Aunque fueses uno de ellos y un día me dispararas, aún cuando ya no puediera más nadar contigo y tuviera que morir por una de tus balas, aún así yo te amaría.
El tiempo pasó, tuvieron diez polluelos, dos de ellos fueron devorados por una zorra, meses llenos de peligros pero también de belleza, meses de solaz, gozos y sobresaltos, Acero seguía preguntándose qué se sentiría ser halcón, puma, serpiente o cazador, pero sus miedos se disolvían cada noche, en la dulce calidez del nido, acompañado por Salem y sus ocho patitos y amanecía de nuevo conforme con su ser.
Cuando el invierno se acercaba y los patitos ya eran los suficientemente aptos para volar, entonces, mirando el nido a punto de quedar vacío, su hogar de tantos meses, se sintió afortunado y feliz de haber logrado sortear todos los peligros; no tenía la rapidez del halcón, ni la paciencia del cocodrilo, tampoco el sigilo de la serpiente, mucho menos los filosos colmillos del puma o el arma mortal del cazador, pero había sobrevivido a pesar de todo, Salem permanecía junto a él y juntos volarían de regreso a otro cálido destino y así, con esos pensamientos se dispuso a emprender de nuevo el viaje, pero fue ahí, que precisamente el día señalado para la partida y cuando ya todos los patos estaban acomodándose en el cielo tomando su lugar en la formación escuchó una detonación, no miró hacia atrás, pero supo que Salem, la siguiente después de él había caído y uno de los jóvenes se apresuró a ocupar su lugar; no había tiempo para lamentaciones ni para remembranzas, la formación debía continuar, quizás algún día, en la soledad de su destino tendría la oportunidad ser devorado por un puma, despedazado por un halcón o derribado por una bala , los mismos seres que antes le causaban envidia podrían ahora ser vehículos de paz, llevarlo a otra existencia donde Salem ya estaba presente y quizá aún allí ella aún lo amaría.
- Autor: Lourdes Aguilar ( Offline)
- Publicado: 4 de junio de 2020 a las 16:56
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 28
- Usuarios favoritos de este poema: DFV, Lualpri
Comentarios2
Excelentes figuras literarias
Muy amable, gracias
Un placer leerte.
Muchas gracias por tu obra.
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