Detrás de cada difunto,
despiertan sombras ahogadas;
asfixiadas por el vaho
de los reproches; de las
carcajadas apenas audibles.
En su halo de memorias,
se construyen edificios
habitados por los sueños
no conciliados; viviendas
de interés social para huéspedes
que no pagan alquiler,
porque no pueden hacerlo.
Para el difunto, todo parece
orquestado, desde el “buenos días”
transformado en un entonado réquiem,
hasta el “adiós” ahogado por el bostezo
de árboles que parecen sacristanes.
Los muertos no crecen en talla,
pero asómate a ver su prontuario
de recuerdos al por mayor.
- Autor: Miguel Ángel Cisneros ( Offline)
- Publicado: 7 de junio de 2020 a las 01:32
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 43
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.