Mientras que la Tía Gertrudis, distrae en la cena a los padres de Zoila de la Cruz, fue cuando ella, Zoila de la Cruz, decide cruzar la verja de cemento y por el acantilado, hasta poder llegar suavemente entre los arbustos del cafetal de su padre Don Gregorio, por su peligroso embarazo de casi cuatro meses. Llega entre los arbustos, y no encuentra a Fabio Cazuela. Sube por el monte y llega a la choza de Fabio Cazuela. Fabio Cazuela la mira y casi se desmaya frente él sin poder perder a la criatura. Ella, estaba muy descansada y podía hacer ese desarreglo por el momento. Fabio Cazuela la recuesta en su cama de paja y la arropa con una inmensa hoja de plátano. Se dice que estaba deshidratada, le da a tomar agua y se vá reponiendo, aún más. Solamente Zoila de la Cruz, quería ella ser feliz y con Fabio Cazuela. Y sí, que lo era. Si era Zoila de la Cruz, la que guardaba con celos su eterno amor, el de Fabio Cazuela. Cuando en el alma sólo se debió de creer lo que más se debió de sentir más en el corazón amando más a Fabio Cazuela. Cuando en el alma sólo se vió una sola razón, como la locura que fue a amar a Fabio Cazuela. Cuando dentro del coraje del corazón, sólo se vió el sueño, de ver y de sentir la misma ilusión de estar juntos los dos. Cuando en el alba y en la alborada sólo se dió lo que más quería ella a todo un sol como brillaban sus ojos por el amor tan verdadero y por amar a su hombre entre aquella choza humilde, pero, sólo reinaba el amor puro e inocente de ellos dos. Cuando con el mismo sol, sólo se dió lo que más se sintió el deseo de amar y de enredar lo que calló el mismo dolor de aferrarse a él, con o sin los padres de ella. Cuando en el aire se dió lo que más se atrapó con el mismo dolor que por amar se dió más en el camino al llegar y adentrarse a esa choza, la cual, ella amaba con tanto ahínco que no le importaba nada más. Y Fabio Cazuela, le pregunta y le indaga cómo lo logró llegar hasta allí, donde él se encontraba esperando a que la vida pasara. Cuando en el albergue del corazón, se dió lo que más ella creía y lo que más ella amaba a Fabio Cazuela. Cuando ella, sólo ella, debía de creer en el amor puro e inocente de saber que el destino era como debía de ser. Cuando en el alma se debió de saber que la luz tenía lo suave y que se obtenía en el suave murmullo de la gente, aunque no le importaba. Aunque en el latir de un sólo corazón, se debió de atraer de cualquier momento, y forma en creer que el sueño se debía de cruzar por la choza donde ella era realmente feliz. Cuando en el ocaso se debió de atraer más el mirar de cerca y de nuevo el sol con lo adyacente de poder vivir juntos los dos. Cuando en el alma, hasta el alma, se creyó en ser lo que más ocurrió una luz que quedó entre lo oscuro y el buen deseo. De ser como el ave que vuela lejos zucumbiendo un aire de desenfrenos, y de tenues ocasos, dentro del mismo suburbio cuando en el aire se dió como la buena esencia. Y los padres de Zoila de la Cruz, sólo se olvidaron de ella, que no volvían a buscar a algo perdido. Y los padres de ella, Doña Ramona y Don Gregorio, sólo irrumpieron la boda en una triste cancelación de todo. No querían más saber de ella, si el Capataz Santiago, les había indicado dónde se encontraba la niña perdida, pero, tan enamorada de Fabio Cazuela. Si nunca se enteraron de que la niña no era virgen, sino que su pureza y su dignidad y su integridad de alma y de corazón yá se la había entregado a su eterno amor Fabio Cazuela. Cuando en el ambiente se debió de creer en el amor en cada paso de la vida misma. Cuando en el correr del ir y del venir, a Don Gregorio, sólo le allegó una triste sensación de saber que su hija no regresaría más a la hacienda “La Estocada”, para casarse con Humberto de la Paz. Un buen hombre que sí la amaba y más amaba a la riqueza del cafetal entre la dos haciendas que colindaban entre unas cuerdas en que se daban los granos de café.
Mientras que la Tía Gertrudis, iba y venía de la plaza, para divertirse un poco, si así era ella. Cuando en el ambiente, se dió lo que más ella quería. Cuando en la alborada se calmó de deseos, por la resaca que cogió la Tía Gertrudis entre aquella plaza. Cuando en el instante se dió lo que más deseó en el combate de dar lo que más quiso en ser una fuerza en fuerte desenlace. Cuando en la borrachera sóla quedó la Tía Gertrudis, solterona y desolada, y tristemente herida y sin un amor. Cuando en el desenlace se debió de hablar y de decidir cuando en el ambiente se dió el más hostil, cuando en el amor se electrizó más lo solterona.
Continuará………………………………………………………………………………….
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de junio de 2020 a las 00:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 49
Comentarios1
Tienes demasiada imaginación amiga mía.
te felicito.
bambam
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.