Carta No. 1

Esta es mi primera carta de amor para ti. Y me nace cuando mi espíritu, pletórico de la necesidad que tiene del tuyo, se hincha en mi pequeño espacio cuando en la mañana despierto con tus "buenos días".
Eres para mi barca anclada, la brisa suave que levanta olas en mi quilla, meciendo esta calma, sacudiendo cada vela que, ante tu fuerza, amenazan con irse tras de ti. Es entonces que suelto mis amarras para quedar atrapada en tu orilla, donde se mezclan el calor y el fresco de tu tiempo con el fuego y la humedad del mío.
Mágica es la forma en que surgió este encanto, como para sorprenderme, cuando apenas si estaba lista para levantar un muro para esconderme de las embestidas ausentes de amor y para ocultarme de mi propia vergüenza por buscar y no encontrarlo ni dentro de mi.
Andaba con las alas heridas, caminando como actriz de una obra dónde todos están esperando su mejor versión de la vida y el amor; y entonces me pinté una sonrisa, guardé las alas y salí a escena y dentro de mi, muy adentro, un gemido, casi apagado, amenaza con callarse para siempre
Y de repente recibo un beso. Un beso que, aún ahora después de recibir tantos de esa misma boca, sigue estremeciéndome toda. Un beso que me iluminó como un candil en la profunda oscuridad de un abismo. Un beso que transformó el muro en arena, el gemido en canto y la tristeza en una alegría desbordada en colores de esperanzas, todo para ti.
Y se abrieron mis alas mustias para brillar al calor de tus manos.
Y me amaneciste: empezamos a jugar y con la experiencia y el amor se entrelazaron dicha y temor, prejuicios y necesidad. Y la malla en que nos envolvimos hizo caer y quebrarse una a una las barreras y de repente nos encontramos desnudos ante nosotros mismos con las manos llenas de los espacios del otro, enajenados, ofreciéndonos con todo el sentimiento que nos quemaba y la seguridad de brindar a este ser un ángel de amor.
Mis años dejaron de ser mi fantasma y la chica que me sobreviene cuando estás junto a mi, se apoderó de toda mi voluntad y el desenfado se hizo eco de cuanto siento para decirte, entre lágrimas y sonrisas, que mi madurez tiene una sola ventaja y es la de amarte en la calma y la estampida despojada de cuanto me impida disfrutarte si prisa, sin cordura, toda flor, toda frutos.