Aquellas ciudades al revés
son construidas lejos
del suelo y habitadas por
sus propios arquitectos.
Estos no usan un casco
amarillo, solo despliegan un velo
de este mismo color,
porque nada les caerá
desde arriba, pero corren
el riesgo de ser ellos
quienes se desprendan
del propio cielo.
Ciudades edificadas
con los despojos de
sus cimientos.
Metrópolis que se encuentran
más arriba de Dios, y que
parecen estar agarradas
de sus largas manos.
Sus calles son hechas
con el alquitrán de
aleteos en el aire.
La lluvia nace entre ellas
y, a veces, desciende
en complicidad con
plumas amarillas y negras.
Cuando las civilizaciones
comunes y corrientes
desaparecen en la atmósfera,
los gulungos se erigen
como dioses alados
de sus Atlántidas.
- Autor: Miguel Ángel Cisneros ( Offline)
- Publicado: 10 de junio de 2020 a las 01:29
- Categoría: Naturaleza
- Lecturas: 23
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