Emparejando calcetines

Joseponce1978

Si hay algo que me resulte molesto, es el hecho de quedarme con un calcetín porque no encuentro su pareja después de hacer la colada. Y pocas cosas son más susceptibles de perderse que un calcetín. Es uno de los mayores enigmas de la existencia, y espero que algún día se descubra el lugar adonde van a parar los calcetines perdidos. En una mala racha en este sentido, llegué a pensar que el bombo de la lavadora tenía un agujero por donde se colaban, pero por más vueltas que le di, escrutando y palpando minuciosamente el receptáculo de acero, no conseguí encontrar ni el más mínimo resquicio por donde pudieran colarse. Casualmente y para mi desgracia, siempre se me pierde uno y me quedo con cara de tonto con el otro en la mano. De perderse la pareja completa, lo mismo no me daría ni cuenta, pues en cuestión de ropa, no suelo llevar contabilizadas las prendas que tengo. Alguna vez se me ha volado una camiseta del tendedero y la he encontrado meses después mientras paseaba por el monte, sorprendiéndome en ese momento por no haberla echado en falta. Pero encontrarme con un solo calcetín me lleva inexorablemente a tener que buscar su pareja, porque, para eso sí soy maniático; los calcetines me gusta emparejarlos haciendo una bola con ellos. Requiere su técnica también lo de hacer bolas con los calcetines; aquello de unir las puntas, ir enrollándolos y cuando te faltan 2 dedos para llegar al final, darle la vuelta a la caña y dejarlos hechos un ovillo perfecto. Como salida a la sangrante pérdida de calcetines, decidí darle una solución salomónica, y de un tiempo a esta parte, todos los calcetines que me compro son iguales( de los de 3 euros 20 pares), así, cuando se me pierde 1, lo dejo suelto en el armario hasta que se me pierda otro. Entonces cojo los 2 sueltos y ya tengo una nueva pareja.

Me gusta apurar los zapatos hasta dejar bien desgastadas las suelas, y en ocasiones las he gastado más de la cuenta, tanto como para agujerearse y salirme en las plantas de los pies, entre el dedo pulgar y el arco, sendos callos. Una vez, después de fumarme un cigarro, lo tiré al suelo y cuando fui a pisar la colilla, me abrasé el callo porque la pavesa coincidió con el boquete. Digo esto porque lo que me he ahorrado en calzado, al final me lo he tenido que gastar en calcetines al terminar estos también agujereados por el roce con el suelo, y al ocurrirme esto, luego me los ponía con el agujero en el empeine, porque conste que siempre he sido muy torpe para enfundarme de manera correcta los calcetines y no atino a ponerme la parte del talón en su sitio. Lo del agujero en la planta o en el empeine del calcetín tampoco me supone ninguna molestia. Lo realmente grave es que se agujeree la punta y se me salga el dedo pulgar por el roto. ¡Virgensantísima! ¿Habrá algo más molesto? Es como un estrangulamiento del dedo pulgar. Aquí si que no lo dudo y tiro el calcetín en cuestión y el del otro pie, que por norma general suele estar en buenas condiciones, lo emparejo con otro suelto que no se haya perdido ni agujereado.

  • Autor: Joseponce1978 (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 12 de junio de 2020 a las 16:08
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 19
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