Estoy un poquito triste.
Por darle tantas vueltas al mundo.
Sólo para descubrir que lo que hice,
fue perder tiempo, cada bendito segundo.
Estoy cansada de equivocarme.
Pero sólo un poquito, eh, apenitas.
Porque descubrí lo que no me dijo nadie;
entre tanto viaje, idas y vueltas, cansinas.
Era suficiente sólo con estar ahí, en ese mundo que de vida arde,
aunque sea permanecer en una milésima parte.
¿Por qué nadie me lo había dicho antes?
Si lo único que importaba era... Ah, que soy una infeliz.
¿Por qué debo sufrir, pues ahora, ansiando chocolates?
Sin rumbo o fundamento, era simplemente permanecer allí, y existir.
Qué duro remate, y de recuerdo me queda una mnémica frase;
milagrosamente, todavía se lee en esta mente de perdiz.
Para mí siempre fue difícil afrontar el fin.
No tengo coraje, más que para actos fugaces;
insulsos adrede, abominables a veces; tal como arponear un delfín.
¡Qué valiente soy, para desquitarme con los peces a mi alcance!
No hay enojo, sólo decepción; de estas maldades. Que salgan de mí.
De saber heridas abrir. Y como soy cobarde, fingiré que preparo sushi... por mero desliz.
Perdón.
Comentarios2
Cada quien hace lo que puede con esta loca vida y sus derivados.
Buenas letras.
Gracias.
Tienes razón, amigo. Gracias por leer.
¡Un saludo!
Impecables rimas. Contenido visceral. Muy bien logrado.
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