La noche era tan fría que invitaba a la melancolía
y a una taza de café al cobijo del silencio...
Paseaba bajo la penumbra que salpicaba de
fragancias las esquinas de las viejas calles;
de nicotina, de alcohol y de besos perdidos,
deseados, robados en los zaguanes,
en los recodos, envueltos en la niebla clandestina
de aquella noche matizada de latidos
-corrompidos-.
Caminaba y los pasos de sus pies seguían la
sombra de su cuerpo equidistante y carcomido
por la historia atroz de ese momento.
El frío congelaba los latidos de su descalzo
-corazón-,
caminando hacia el umbral de su insólito
-descanso-.
Sus tacones eran altos, una blusa con tirilla,
un pantalón amarillo y en sus manos unos
cartones roídos le servían de camastro para su
perturbado descanso.
En la entrada de algún portal se paraba
nuevamente para pasar otra noche,
para soportar otra cascada de llantos, lágrimas
-en sus dolores-.
Volvía el amanecer a romper su piel quebrada.
A abrir las cicatrices que ya estaban infectadas,
rancias, arrinconadas;
a recorrer las viejas calles, a desandar las aceras
de temblores, de fantasmas y fracasos...
- Autor: SIBONEY (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 21 de junio de 2020 a las 16:11
- Comentario del autor sobre el poema: Cuando la vida nos quita hasta el aliento.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 44
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Lualpri
Comentarios2
Caminaba y los pasos de sus pies seguían la
sombra de su cuerpo equidistante y carcomido
por la historia atroz de ese momento.
El frío congelaba los latidos de su descalzo
-corazón-,
caminando hacia el umbral de su insólito
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COMO UNA SOMBRA PASA LA VIDA Y NO HAY VUELTA ATRÁS.
Muchas gracias. Buen día. Un abrazo grande. Cuídate
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