Cuando uno no sabe bailar
los cactus se empeñan en tapizar el suelo.
Levantar una pierna
Tratar inútilmente de mantener el equilibrio
como un trompo en su último estertor.
Caer.
Intentar zapatear un huayno o un carnaval.
Imitar el cortejo de un pato.
Caer.
Estirar las piernas
en tiernas hipótesis de dolor.
Escamarse la alegría
y aguaitar la ajena.
La sutileza de una pluma
marcando el ritmo del juego.
Elefantes de azul allanando la pista
o ratones temerosos tentando el aire
de la inalcanzable esquina del apatismo.
Puedes gritar hasta desgarrar la tristeza
como un Arguedas con dolor de pueblo
o una Fitzgerald con dolor de negro.
Pero si no sabes bailar
y no tienes los pies hechos raices
ni telarañas taponando las orejas
puedes tan sólo seguir el ritmo de la sangre
y dejar salir un grito de guerra
mientras pisas a los demás
o conviertes la cabeza
en una alegoría del cuerpo:
¡Oh sí, beibe!
Eso,
si eres valiente.
- Autor: Miguel H. ( Offline)
- Publicado: 25 de junio de 2020 a las 00:52
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 17
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