Hacía algunos años que no sabía de ella, y así como se fue; regresó. El momento fue una sesión en Internet y apareció, con el misticismos que siempre acompaña las cosas prohibidas, me saludó, utilizando la vieja contraseña que utilizábamos cuando jugábamos a engañar a su novio, quedé maravillado al teclear el: hola, ¿cómo estás? Como siempre, como nunca, quería tenerla entre mis brazos y con esa fuerza que da el chat, esa forma tan inpersonal y a la vez tan pura y directa cuando conoces a quien está del otro lado de ese monitor extranjero y con quien ya haz hecho citas y puesto de acuerdo para amarse por este medio, vuelven las esperanzas e ilusiones, claro, ya no éramos los mismos, bueno, yo si, ella había cambiado, era toda una señora de sociedad, con un hijo de apenas dos meses en brazos y un importante político como marido, ya no era la simple ex novia con un novio importante con la cual escondía sus sentimientos por ella llevándosela a su departamento para hacer el amor una y otra vez hasta quedar totalmente extasiados, saciados y cansados para que sonara el celular de ella en donde su madre le informaba que su novio tenía tres horas esperándola en su casa, porqué tenía apagado el celular, dónde carajos estaba, con quién estaba, su madre siempre sabía qué es lo que su hija estaba haciendo, pero esas veces ni siquiera ella lo sospechaba, se metía en la regadera, para apagar los olores y el calor que todavía radiaba de su cuerpo, mientras yo en el colchón sobre la alfombra de mi habitación, tratando de convencerme de que no la seguía amando, que lo nuestro ya había pasado, que solo era un juego, sentir la adrenalina, volver a estar con la mejor mujer, tener sexo sin compromiso, ni preocupación... me escribió diciéndome que me quería ver, yo sabía que significaba eso, pero mi madre angustiada me preguntó, tiempo atrás, que si seguía viendo a Alma, por supuesto que le mentí diciendo que no y me advirtió que tuviera muchísimo cuidado, que ella era ahora mujer casada y más aún, casada con Enrique, un temido hombre poderoso, descendiente de una acaudalada familia, la cual tenía fama de haber matado a infinidad de personas en la total impunidad de las autoridades de la ciudad y que por menos cosas había muchas veces mandado ejecutarlas, no quería ni pensar que es lo que le podría hacer a él si lo sorprendía en brazos de su mujer, yo conocía a Enrique,no le temía, pero sabía que debía ser muy cuidadoso y más inteligente que él si quería seguir viendo a Alma, pero como saben, el amor no es temeroso de nada y continuamos viéndonos a escondidas, ya no tantas horas como antes pero
Hac...
- Autor: Hermann Garcia ( Offline)
- Publicado: 3 de agosto de 2010 a las 02:41
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 67
Comentarios1
ESTOY DE VISITA, Y ME DETUVE A LEER TU POEMA, ES MUY BUEN POEMA, GRACIAS POR DEJARMELO LEER..
BESITOS
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