Prisionero de mí mismo.
Sin ninguna válvula de escape aparente.
La visión por momentos se me nubla,
un zumbido silencioso ahoga mis gritos,
mientras el ruido exterior no cesa.
Prisionero de mis pensamientos y mis emociones.
No hay libertad si el Alma está presa.
No hay libertad en sueños dormidos.
El aire es más escaso en las alturas
y el corazón se agita más, a cuesta de un suspiro.
Prisionero de un lamento, constante y obstinado.
Las horas pasan entre tanta angustia.
El sol se asoma a veces por la ventana,
pero no hay luz que ilumine mi rostro desencajado,
y la noche me aguarda, paciente y escondida.
Prisionero de una sombra taciturna.
El suelo que piso es de sangre y asbesto;
Piedras filosas, puntas de astillas, espinas clavadas.
Un penar sin rumbo por las calles desoladas,
un vagar a ciegas por la noche, y un amanecer sombrío.
Prisionero de una voz que se hace eco hacia la nada.
El vuelo nocturno de un ave se escucha allá a lo lejos
rompiendo en su trayecto, el silencio con sus alas.
Ya nada queda de su nombre entre mis labios.
Libertad; viajas perdida, como un ave sin rumbo hacia la nada.
- Autor: Nuevo Puerto (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 30 de junio de 2020 a las 18:27
- Comentario del autor sobre el poema: Navegando hacia Nuevo Puerto.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 33
- Usuarios favoritos de este poema: migreriana
Comentarios1
Después de caminar me duele la tercera estrofa ..👍
Gracias por tus comentarios Luis Angel...!
Un Abrazo!!
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.