Al corazón que no bulle,
sangre candente.
A la oreja inservible, los cuernos
de Jericó.
Ojos renuentes a ver, que los castigue
la dicha.
Hay que aprender a vivir
al borde del precipicio.
Creer en la maravilla
a punto de explosionar.
El peor egoísmo es aquel
que ni siente.
Para el cuerpo indeciso, un aguacero
de pétalos rotos.
A la insípida vida, una incesante
revolución.
Quien confiesa morirse de amor,
que renuncie primero
a sí mismo.
- Autor: Jesús Rodríguez Saludes ( Offline)
- Publicado: 3 de julio de 2020 a las 12:25
- Categoría: Amor
- Lecturas: 16
Comentarios2
Vivir siempre al borde, es grato imaginarlo, más te aseguro que no es fácil seguir ese ritmo toda la vida. Me gustó tu poema, ciertamente no se recomienda el Prozac si vas a experimentar ciertas emociones extremas. Besitos apretados en tus mejillas.
Gracias Ana Mercedes por tus certeras observaciones. Cálidos saludos.
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