Mujer,
el vivir dejó astillas
que no me podía sacar;
éstas,
atraparon mi alegría.
La rutina
se volvió óxido
que envejeció mi alma;
malgasté mi existencia
dejando migajas en el camino.
Atajé el pasado,
limpié mi rostro
de las marcas vivenciales.
Pude redimir mi sentir;
soy un átomo de polvo
en la inmensidad cósmica
suspendido en el tiempo,
en el espacio.
Inicié,
la metamorfosis infinita,
el abandono permanente
del traje viejo.
Dejé al descubierto
todo lo positivo
que se fijó en mi consciencia.
Oculto en mi alma
estaba el bien.
Solté la amargura
que me envenenaba,
el rencor tóxico
que carcomía mi interior,
la carga pesada de la culpa
que deterioraba mi vehículo,
los recuerdos dolorosos
de quienes me dañaron.
Comprendí
que no necesito cambiar al otro,
cada uno camina a su ritmo;
la diversidad,
se mueve hacia la unidad.
descubrí mi ser interno,,
sané mis heridas,
tomé mis talentos,
transformé las cosas.
Evolucionar es mi propósito
Me alimenté
del amor ilimitado de Dios,
limpié el hermoso jardín
de mi corazón
para dejarte entrar
con tu maravillosa energía.
- Autor: Walter Rafael Agüero Gomez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de julio de 2020 a las 14:42
- Comentario del autor sobre el poema: Es una reflexión sobre el verdadero sentido de mi existencia.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 141
- Usuarios favoritos de este poema: Yamila Valenzuela
Comentarios1
Esa es la idea, estar limpios en nuestro interior para dejar entrar a alguien con la pureza que se merece.
Muy buena reflexión.
Apapacho!
Gracias. Así es.
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