Dejar bien claro deseo,
por si alguna duda hubiere,
que reencarnarse requiere
un alma en la que no creo.
Metempsícosis aparte,
ella nació el mismo día
que en Buenos Aires moría
Eva María Duarte,
que, como todos sabréis,
no es otra que Eva Perón,
fue el año cincuenta y dos,
mes de julio, el veintiseis.
Fue un capricho del destino
una simple coincidencia,
no tiene más trascendencia,
yo, al menos, es lo que opino.
No hablaré de la memoria
de Evita -así se la nombra-.
de cuyas luces y sombras,
ya se ha ocupado la Historia.
Esto va de un homenaje
a una, menos conocida,
persona que fue en la vida
mi compañera de viaje,
llegada muy oportuna.
Con ella tantas vivencias
y tan gratas experiencias
compartir fue gran fortuna.
Estábamos siempre juntos
con ella yo, ella conmigo,
yo fui, ante todo, su amigo,
la convivencia fue un gusto.
Como era nuestra ilusión,
formamos una familia
nos nació una hermosa niña
que acrecentó nuestra unión.
No paraba de crecer
y, tal como siempre pasa,
un día se fue de casa
la niña, hecha ya mujer.
Ese día, de aquel año,
yo con ella, ella conmigo,
solos mujer y marido
proseguimos, como antaño.
Un día aciago el destino
quiso que ella se apeara,
para que yo continuara,
en soledad, mi camino.
Solo quien lo haya pasado,
cabalmente entiende el duelo
y el tremendo desconsuelo
de perder al ser amado.
Postrado en la soledad,
me tocaba reinventarme,
y tuve que levantarme
y buscar la sociedad
para el dolor atenuar;
por más que uno nunca olvida
el gran amor de su vida,
es preciso continuar.
Yo logré normalizar
mi triste vida, hasta el grado
de que encuentro un cierto agrado,
ahora, en socializar,
pero, a menudo, sucede
que, por simples pequeñeces,
por tonterías, a veces,
la cruel nostalgia me agrede,
y si hay cerca una botella
de vino, por ella brindo,
en recuerdo de lo lindo
que fue el pasado con ella.
© Xabier Abando, 26/07/2020
- Autor: Xabier Abando ( Offline)
- Publicado: 26 de julio de 2020 a las 23:34
- Categoría: Fecha especial
- Lecturas: 173
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