El hambre sigue siendo hambre
¿Qué queda de la comida que no estuvo?
Nada, ni la mesa, porque nosotros comemos en el piso.
Platos sucios, que no entiendo
¿por qué no lavan, aunque sea por misericordia?
La cocina, que es el cuarto, el baño y el comedor
sirve también como patio para el perro de mi abuela
Dichosos los vecinos
tienen pan y queso, lindas palabras de aliento
y un buen Dios que no los deja.
¿Qué estaremos pagando?
¿Acaso ya no hay más dulces que repartir
para estos pobres niños que se disfrazan
de tristeza?
Alguien, cualquiera, que piense en el mañana
que entienda que la semana, no mejora por ser
sábado, domingo o lo que sea.
No hay nada que ver
ni agua que beber
en este seco manantial
que no cambia con el tiempo
los gobiernos o la primavera.
Aquí el invierno
es de estancia permanente
como en el jardín
del egoísta que fue salvado
por el Jesús crucificado
con las consecuencias
del amor.
Lo que nos pasa se parece
pero nunca se compara
con las ganas de estas caras
mal llamadas “sinvergüenzas”
que muestran la necesidad
de pedir cuando las manos
por constancia de la ausencia
pierden también sus dedos incompletos.
- Autor: Ricardo Ventura (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 31 de julio de 2020 a las 23:59
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 16
- Usuarios favoritos de este poema: Vogelfrei
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