La dignidad humana se aprende, y no seria necesaria si no fuera por que existe su contraparte, la vergüenza, esa también se aprende, y se entiende dentro de un camión allá en el cerro de Contreras, Filegonia se llamó la indígena que servia la mesa, lavaba los platos, tendía las camas, y me ayudaba a llevar unos niños al colegio, en un barrio residencial de San Jerónimo, era su trabajo, casi cuando empecé de chofer, era de alguna localidad de Puebla, cuando me narraba sus vivencias en ese pueblo, me daba rabia, nunca fue a la escuela, y cuando quiso ir, caminó dos horas y sudó tanto que lo pensó mejor, alguien le dijo que en México (así llaman algunos al D.F.) había trabajo, mucho trabajo, ese alguien debió decirle también que por ese trabajo le pagarían una miseria, y no se habría dado cuenta si es que yo no se lo digo, ¡te explotan! Vete, ¡regrésate!, aquí es el infierno de tu vida, aquí es un lugar donde mueres sin dignidad. Pero se enamoro un buen día, el muchacho que cortaba el pasto se la llevo, se querían a la buena, y se fueron juntos, no la volví a ver sino algún tiempo después, pasados casi dos años.
Era un día de mucho calor. En alguna parte del camino se subió al camión una pareja, rubia y quemada por el sol, shorts y huaraches, tatuajes y paliacates de diadema, un perro salchicha adornado divinamente con aretes y collar de turquesas aparentes. Y en sus brazos una niña, hija de otro sol, un sol distante de otro continente, sus azules ojos de muñeca irradiaban una incógnita, o muchas, estaba casi desnuda debido al calor, su piel era lechosa. Los miraba, y pensaba en sus extravagancias, en su vida errante, sentados frente a mí, hablaban una lengua extraña, se maravillaban por el rededor, un mercado acaso, o alguna cosa interesante para ellos, o algo horrible para mi, como la miseria. ¿A dónde irán las almas? A veces me pregunto, a veces canto.
Al rato el camión se lleno de gente, gente como tu y yo, como el de al lado, el del volante, gente de aquí, de ésta ciudad, pero todos miraban con éxtasis a los extranjeros, comentaban de su lengua, decían cosas del perro coqueto aquel, decían que la niña era de incomparable “belleza”, en fin, que los dioses habían llegado a turistear. El camión se detuvo a pesar de que ya no cabíamos.
Yo volteo, y al momento, descubro la cara conocida y terrenal de Filegonia, un poco mas llenita, morena como lo india que era, empujaba fuerte a la gente, empujaba mis recuerdos y en sus brazos, una niña, desnuda de calor también, solo eso, “inocente palomita donde te apareciste”. Me levanto, le cedo el asiento y, ¿el mundo da vueltas verdad? A veces se me olvida, a veces también se me olvida que la dignidad es una cosa enterrada, a veces también se me olvida que la vergüenza viaja en camión.
La vergüenza la cortas con tijeras y la muy bruta nunca se queda donde la dejaste, “te sigue”.
No supe que decir, y menos por que sus ojos no obedecían a mi voz, se le fueron a parar como pájaros desorbitados en la niña de enfrente, “niña rubia de sutil encanto, y después cuando agacho la vista y se inundo de su vergüenza, comprobé que la raza humana seguía igual de entupida”.
Seguí pensando y descuartizando un evento que casi hablaba solo, una escena tramada por el mismísimo lucifer, imaginé palabras que salían de muchas bocas, que le decían a Filegonia que su hijita era hermosa también, Que era lo mas perfecto que habían visto en su vida, soñé que se lo decía toda esa gente, que momentos antes adulara a la hija de los rubios. Sueño del camión en una tarde de domingo, hay mi mente.
Si, la estupidez humana ha sido la causante de momentos así, por que sin eso, tal vez Filegonia no habría agachado la cabeza, no me habría recordado la conquista de un pueblo, la infamia cometida al mexicano, el mestizaje que corre como atole por mis venas, y sobre todo, no se habría bajado del camión a pesar de que pagó hasta San Ángel.
Unos nos quedamos, otros se fueron ya, y en este viaje a la nada, siempre vamos pendientes de alguna cosa, esa cosa a veces se nos presenta disfrazada de ternura, amor y odio, todo revuelto para comida de inmundos. Y cuando menos sientes se transforma otra vez en una comedia que después termina en tragedia, algo escrito con la tinta del desprecio.
Dice Octavio Paz que “el mexicano es chingon, y su chingoneria radica en tener madre”, a veces la madre es patria, a veces se convierte en un camino que iluminado o no, tenemos que andar, el camino a la escuela que no volvió a ver Filegonia era muy largo, pero ahí en alguna parte estaba esperándola la dignidad, ella nunca lo supo, nunca se lo dijeron, el hambre y la razón pueden mas. Y la llevaron por otro camino. El día que la encontré, su camino ya era diferente, había variado mucho. Era su día de descanso quizá, era el día que no dijo nada igual que yo, hasta que se bajo del camión y con su náhuatl maternal, mezclado con su aprendido castellano, alcanzo a gritar.
¡Chinguen su madre!
Yo pensé, Eso es casta cabrones, y vale mas que cualquier otra cosa.
- Autor: Sandro Tovar (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 5 de agosto de 2010 a las 13:05
- Comentario del autor sobre el poema: Este es un cuentito de lo que se siente cuando la casualidad junta esferas, las hace chocar y se destruyen.
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 39
Comentarios3
exceelnte.. tu cuentito...
me parecio estupendo..
saludos!!
Gracias, fíjense que a Filegonia si existe, se llama Claudia, no se si se caso, pero lo del camión si fue cierto, esa escena nunca se borrara de mi mente, ella no se dio cuenta que yo iba en el mismo camión, el que se bajo antes fui yo, era mi destino, pensé mucho tiempo en esta pequeña historia y apenas hace poco tiempo la pude trazar, no es perfecta pero semeja lo esencial que debe contener una novelita o como se llame, les pondré en breve una historia que hice de unas niñas que encontré un día en la parada del camión, se llama “Mente lomas cuerpo Chichimeca” es un cuentito largo pero divertido mañana lo subo.
muy buen cuento, con todo el sentir que llevas dentro.
Saludos
Gracias, fíjense que a Filegonia si existe, se llama Claudia, no se si se caso, pero lo del camión si fue cierto, esa escena nunca se borrara de mi mente, ella no se dio cuenta que yo iba en el mismo camión, el que se bajo antes fui yo, era mi destino, pensé mucho tiempo en esta pequeña historia y apenas hace poco tiempo la pude trazar, no es perfecta pero semeja lo esencial que debe contener una novelita o como se llame, les pondré en breve una historia que hice de unas niñas que encontré un día en la parada del camión, se llama “Mente lomas cuerpo Chichimeca” es un cuentito largo pero divertido mañana lo subo.
Hi te dejo "Mente lomas cuerpo Chichimeca" ojala y te guste.
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