Cobarde

Que cobarde fue el tiempo al no detenerse ni un segundo al menos,

que cobardes fueron mis labios al no danzar para ti, 

que cobardes fueron mis dedos al no recogerse negando así guiar mis pasos junto a la sombra de tus dedos,

que cobardes fueron mis piernas que temblaban pero no paraban de avanzar,

que cobarde fue mi espíritu al debilitarse,

que cobarde fue mi orgullo que se desarmo ante esa imagen llena de recuerdos,

que cobarde fui porque me he acobardádo,

Aún distante mi mente nerviosa, mi fría piel, mi voz inquieta, 

excusaron el volver a ese sitio donde los claros colores de tus redondeles aprisionáron mi atención y que hasta mis pies sentían el nervioso cosquilleo de las caricias del deseo que provoca la inquietud de ir más allá de un ¡hola! 

pero soy un cobarde, porque quiero dejar mi huella en un lienzo ajeno, 

quiero dejar mi firma en tu piel,

Quiero robar tus recuerdos,

acariciar tu pasado,

tatuarme en tu memoria,

quiero envejecer con besos tus cicatrices, pero no quiero perderme en el desvío de tus ojos, no quiero enfrentar el nervioso y tembloroso ¡hola! que guardo tras los dientes con el tan seguro y peligroso silencio que escoltas,

Pero que cobarde soy al no limpiar el aire de murmullos, al no dominar los sentidos del momento preciso en qué cruzamos los mismos vientos, 

Me inquieté cuando dilatáste mis ojos, 

que curioso me dejó la misteriosa escena, un tema que hasta la luna pregunta curiosa "porque el viento aceleró sus pasos? Porque el frío tembló ante ustedes?" 

y la luna me abraza nerviosa temiendo mi partida al Olimpo en busca de esa diosa que mis mortales ojos obacionáron cuando con las miradas curioseámos más allá de la carne.

Instantes, pequeños bellos instantes que se vuelven eternos, eternos recuerdos que nos roban una sonrisa, sonrisa que vale más que el oro, 

Instante de cobardía que hoy reclama tu nombre y por cobarde no pare a presentarme

Que cobarde soy!