A Hellen Blass...
¡Oh aurora de mi sueño,
de mi dulce fantasía,
decid al labio tu alegría,
alegre labio, con empeño!
Clavad tus ojos vigorosos
en los míos encendidos,
—para amores distraídos —;
posad tus ojos hermosos.
Tocad con tus manos
mis manos a través del cristal,
y atad tu pasión celestial
a la pasión mía con los ufanos
recuerdos del alma, lejanos
al pecado, la muerte, el mal.
Unid a mis manos tu corazón
sincero, tu corazón amado,
y con el amor creado
hagamos melodía de pasión.
Paseemos por las calles tranquilas,
y de las calles, en cada giro,
ahoguemos el callado suspiro
con los labios, y el corazón con esquilas.
Y si del amor hondo cielo
se crea por alma,
amada, mantén la calma:
¡recordad que sólo es el anhelo!
¡Oh el gran anhelo,
la gran quietud que domina
las dos almas, que camina
en el corazón sin recelo!
¡Ah, la vastedad y el misterio,
la dicha y la inocencia
de tu profunda creencia
en el amor de grato salterio!
¡Sabedlo: mi humilde dicterio
es la voz más profunda,
amada, del amor sincero,
de mi alma rubicunda,
para el corazón que quiero!
- Autor: A. M. (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de agosto de 2020 a las 23:47
- Categoría: Amor
- Lecturas: 53
- Usuarios favoritos de este poema: Ellie Woonlon, Texi, Rosalways
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.