A MI PADRE

Ledy de las Mercedes Almeida

Todos los días de mi existir estás  presente en mi memoria, pero hay fechas, donde tú imagen  lejana, cubre mi alma de nostalgia y el dolor baña de lágrimas el corazón. Un día como hoy,  desplegaste tus alas para volar hacia ese cielo secreto, hacia ese jardín encantado donde  te esperaba Dios.
Dolorosa despedida, que se llevó parte de mi vida, parte de mi ser, dejándome  en un laberinto de vacío y soledad,  pero poco a poco, he aprendido a convivir con su  ausencia,  a vivir sin esperarle, a encontrarle entre mis sueños, donde me abrazo a su cuello y puedo oír su corazón.
Hay días que le grito al viento, la falta que me hace. Hay instantes que cierro mis ojos  y vuelvo a escuchar su voz; vuelvo a divisar su rostro sonriente; vuelvo a encontrarle en cualquier rincón, silencioso y pensativo; vuelvo a recordar sus  historias; vuelvo a escuchar su música y encontrarle entre sus notas; vuelvo a sentirme protegida bajo la luz de su mirada, es así como disfruto de su recuerdo, echándole de menos,  es así como ahora, es el huésped de honor de los rincones de mi alma,  es así como vive entre los pliegues de mi memoria, donde al recordarle está más cercano e imborrable.
Amante del trabajo, la paz  y la libertad,  sentimental y soñador, lleno de amor en su corazón, con una profunda fe en Dios,  fiel a sus principios,  leal a sus promesas, la honestidad fue su bandera y la responsabilidad su gran escudo.
Sólo doy gracias a Dios por habernos dado al mejor ángel de su Cielo, al mejor maestro de nuestras vidas. Gracias papito adorado por  haber sido nuestro padre, por todo ese tiempo que nos regalaste, por tu trabajo incansable para que nada nos falte,  por ese ejemplo de moral y de vida, por tu dedicación y cariño que han dejado memoria en nuestro ser, por haber sido el paciente escultor de nuestras alma, que día a día tallaste con amor,  ese amor que ahora nos sostiene, nos abraza y nos une por  toda la eternidad.  
Sólo deseo encarcelarte en mi memoria, donde duermen tan lindos recuerdos y tenerte  ahí donde nadie te perturbe,  donde cada vez que te busque te pueda encontrar.

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