Aquí sentada, en la sombra del porche de mi casa, me siento tan segura y a gusto, sintiendo el toque de la brisa, que me saluda mientras me refresca. Observo mis hermosas plantas, que embelesan todo el jardín, en acuerdo la naturaleza, todo lo que puedo apreciar, es un equilibrio hermoso de cooperación mutua e instintiva.
Sale de mí un suspiro de paz y alivio, y sigo en los adentros de mis pensamientos.
Al pasar algunos minutos recordé lo que me había sucedido, antes de llegar en mi hogar y refugio.
Una hora antes, me había encontrado a un viejo amigo de juventud, que hacía mucho no, nos veíamos, y en intensa conversación a punto de transformarse, en un caloroso debate me frene, dado que una tercera persona conocida nuestra, se unió a la conversación.
Como se tratara de una película reciente en mi mente, repase toda la conversación que se había desenvuelto, de la siguiente forma:
El amigo; - ¿Es verdad que eres de la religión de cristianos?
Yo: No tengo religión, yo sigo a Jesus Cristo.
El amigo; - Eso es religión.
Yo; - No, yo tengo un relacionamiento.
El amigo; - Lo que usted diga, yo había pensado que eras una chica lista, pero ya veo que te has dejado manipular, por esta secta.
Yo; - No. te equivocas completamente, no soy manipulada, he sido perdona, amada y restaurada. Y estoy muy segura de mi convicción.
La conocida; - Hola, cuanto tiempo, ¿cómo estáis vosotros?
El amigo; - Yo muy bien, aquí hablando con nuestra amiga que ahora tiene religión.
La conocida; - ¡No me digas!
Yo; - Ya lo he dicho, no tengo religión y tampoco estoy en ninguna secta, simplemente, encontré lo que faltaba para llenar el vacío que era mi vida. Y ahora con Jesus Cristo, me siento completa.
La conocida; - Mi dios es tener dinero en el bolsillo.
El amigo; - Muy bien hablado, nosotros solo necesitamos disfrutar de la vida, que es un segundo. No necesitamos a ningún dios religioso.
Yo; - Bueno mis amigos, es un gusto ver a los dos, en el mismo día, después de tiempo sin saber nada de uno y de lo otro. Ahora pues, os diré una cosa:
Yo conocí la verdad de Jesus Cristo, y hoy Él es mi salvador, y como hija de Dios, busco ser mejor persona cada día, Dios me ayuda y protege, y cuanto más conozco su palabra de vida, en mejor ser humano me transformo, pues Él nos enseña a vivir en equilibrio, sabiduría, fe, empatía y principalmente nos enseña a amar. No tengo vicios, disfruto de una vida sana, y por fin ahora se valorar a mi familia y escoger mejor a los amigos. Y creo firmemente que la salvación llego a mi vida, y la disfruto, y aún más disfrutaré cuando este en los cielos. No iré al infierno.
Y si me equivoco…
¿Qué pierdo yo, viviendo con esta calidad de vida, tan gratificante y firme en fe?
¿Qué pierdo o he perdido?
Ahora os haré otra pregunta más…
¿Si vosotros están equivocados, no habrán perdido vosotros?
No me respondan ahora, tomen de vuestro tiempo.
Si nos volvemos a ver en esta vida, podrán contestarme.
Ahora voy a regar mis hermosas plantitas.
No puedo imaginar mis plantas, discutiendo entre sí, sobre cuál de ellas, está en el espacio con más sol, o mejor parte de sombra, o la parte que mejor se aprovecha es frescor de la lluvia, o la parte que más se destaca, o haciendo motín para discutir cuál de ellas se equivocan y etc…
Sería un espectáculo verdaderamente asombroso, tal escena, al igual que esta.
- Autor: Leomaria Mendes (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 15 de agosto de 2020 a las 17:20
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 29
- Usuarios favoritos de este poema: taltamira, Lualpri
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