El ojo que todo lo aniquila.
Llevo varios meses esperándo.
Aquí permanezco sobre la cima
del monte, esperando la batalla.
El bien y el mal son los rivales.
El anticristo parece anunciarse en lontananza.
Lo precede una extensa cohorte
que aún no hace por vislumbrarse.
La confusión de arena que desata su galopada
los hace difuso a la vista del transeúnte.
Puedo certificar ya, después de una eternidad
cifrada en un segundo, que el mal viste túnica
blanca, que cae sobre la grupa de un espléndido
caballo del mismo color.
Desde el norte una pareja cohorte,
y precedida de la misma confusión,
va haciendo acto de presencia en la cima.
El general que en este caso capitanea
la expedición es de un rojo pasión.
Parece que sus vestes han sido diseñadas
por el mismísimo Marte, guerra mediante.
Por el sur, esta vez, se acerca un caballo negro.
Por el noreste un caballo bayo; hambre y muerte.
Megido está engalanada para tamaño evento.
La cuarta Gran Tribulación está dispuesta
a su celebración, a la destrucción final del orbe.
El Sol está cayendo sobre la Tierra.
Los vientos son más que huracanados,
los océanos no se atienen a sus cauces,
y las nubes dicen adiós a sus aguas.
Los animales rinden pleitesía al fuego final.
Las verduras dejan para siempre su color.
Ante este panorama dantesco sigo impasible.
Sigo esperando en el punto álgido de Megido
a que la cuarta Gran Tribulación pase,
y no vuelva nunca más...
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 16 de agosto de 2020 a las 11:56
- Comentario del autor sobre el poema: Así seguimos estando y lo que te rondaré, morena.
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 17
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